miércoles, 24 de junio de 2015

El antagonismo, el simulacro y el tiempo. (Lacan ◊ : ? Laclau, 7)


 
El bucle infinito o dar consigo no es ser (Mise en Abyme, Ainhoa Alberola)

Pensar el antagonismo como núcleo de lo político en un entorno mediático en el que la la política tiene como cauce privilegiado de comunicación la tertulia, que es su simulación en bucle, su representación intransitiva, implica el riesgo evidente de estar sosteniendo al sistema en vez de subvertirlo, de estar reforzándolo espejando su campo semántico desde la antonimia, en vez de estar disolviéndolo. La ideología no es cuestión de semántica, sino de jerarquía de los enunciados. Las ficciones verdaderas inciden sobre la realidad, son un tránsito hacia ella; los simulacros son representaciones que se cierran en sí mismas dando al sujeto la falsa impresión de sentirse a salvo, como la novela realista, el teatro burgés, la televisión y el cine de Hollywood.
La cuestión no debió ser nunca llegar a las tertulias para ganarlas. Como nunca debió serlo ganar la centralidad del tablero, sino promover que la partida se jugara en otro sitio. Cuidado con una política del "dales caña". No se distingue mucho de lo que hacen son hinchas de un equipo de fútbol. No, la cuestión del goce no es una mandanga, es el núcleo éxtimo del que todo irradia.
"Si algo lo entiende todo el mundo es mentira". Si algo no cesa de repetirse es porque no cesa de no escribirse. Insistir en ello es elevar la impotencia al grado de la liturgia. Que algo cese de no escribirse (la contingencia, en su caso, hegemónica) es un acto radical y por lo tanto, no ya lento, que eso es cuestión de apariencias métricas, sino audazmente sostenido. Depende de un tiempo lógico, no psicológico o cronológico. Un trending topic es fugaz. Una hegemonía radical y emancipadora no participa del sólo del instante, sino que necesita del tiempo para convertirse en un momento concluyente.
No es La velocidad (ni la lentitud, ni la prisa) el ámbito donde inscribir semejante trazo libertario. Las democracias emplazadas tienen como fin esencial evitar las urgencias. No es, pues, en el territorio de la urgencia donde el capitalismo puede estar des-prevenido.

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