Una lectora me ha dejado allí este comentario:
"És una argumentació perfecta a la qual sols vull afegir un matís: no utilitze,per favor, l’expressió “senyoreta + nom de pila”, és poc cortés i no es fa el mateix amb els homes. Quant al contingut, el meu total recolzament."
Una simple pregunta: ¿Os parece que se puede afirmar que esta señora ha entendido algo del artículo si me hace semejante recomendación? Creo que urge una revisión de la teoría de la lectura, o simplemente de la comprensión lectora, en el entorno interactivo digital. Si todo el artículo se sostiene en un paralelismo entre Lo que el viento se llevó y en una comparación continuada entre Scarlett O'Hara y Carolina Punset / Los aldeanos valencianos y los esclavos negros de Tara, que la llamaban, precisamente Señorita Escarlata en el doblaje español.... Si no has captado eso no has entendido el artículo en absoluto. ¿No?
Este tipo de recomendaciones de pseudo-progre
“corrección política”, que intentan a toda costa acabar con la libertad de
expresión amputándole al lenguaje su capacidad poética, me parecen
terriblemente peligrosas. Sálvense todas las distancias, pero esa es la
ideología que está detrás de los ataques ultraliberales que forzaron la
dimisión de Guillermo Zapata como concejal de Cultura del Ayuntamiento de
Madrid.
Me parece extremadamente retorcido
leer en mi artículo un supuesto desprecio de género -me siento realmente ofendido por ello- y además es un intento de cauterización de la defensa de los valencianos
que el artículo pretende realizar utilizando un recurso tan poco original -tan fácil de captar, por tanto- como una metáfora
continuada, amparada en una "auctoritas ficcional", en un homenaje a un clásico de Hollywood. Tal vez creáis que pienso que sois todos unos desocupados por pediros esto, pero
haced la simple experiencia de releer el texto sustituyendo la expresión “Señorita
Carolina” cada vez que aparece por “Sra. Punset” por ejemplo ¿Resultado? Evidente: pierde muchísima de su fuerza expresiva, poética -tuviera la que tuviera, que no es una cuestión de "genialidad" o pericia discursiva lo que quiero discutir aquí- y por lo tanto de su fuerza política e ideológica. Luego esta lectora, que dice que mi argumentación es "perfecta", en el fondo lo que está pretendiendo es barrenar todo el andamiaje en que se sustenta. Cuanto menos, peligroso.
Potser fos més escaient criticar el meu text, perquè malgrat i ésser una defensa del valencià està escrit en castellà. Però la meua argumentació hi seria la mateixa: hi pot semblar una incoherència ideològica, però en el meu cas pense que no ho es per la senzilla raó de que la vesant lingüística, crec jo, havia d'estar subordinada a la política i a l'estètica. Per començar, jo sóc castellano-parlant encara que m'estime molt la llengua catalana i el seu mode de parlar-la els valencians. Crec que és evident que em defense amb el valencià amb una certa dignitat ortològica. El problema es que ací calia que prevalgués una certa força poètica -i per tant, més eficaç políticament- per damunt d'una suposada coherència ideològica. I això es resol en dues conseqüències. Primera, que sóc més solvent retòrica i poèticament, tinc més capacitat de jugar amb les paraules, en castellà que en valencià.
En efecto, pero segundo, todo el andamiaje retórico se basaba en hablarle al amo en la lengua del amo, como Mammy (la genial Hattie McDaniel) le habla a Miss Scarlett (la también genial Vivien Leigh). Pero aún ganábamos más eficacia simbólica si nos remitíamos a ciertas ridiculeces del doblaje franquista español, con esa especie de acento afrocubano que se le impone al papel de la sirvienta negra. El paralelismo entre los valencianos aldeanos y los esclavos negros se pierde si no continúo la trama humorística -la línea isotópica-llamando Señorita Carolina, a Punset. Se llama humor y es un arma y un derecho político democrático de primer orden. Y poco de fiar me parecen los que desconfían de él por prejuicios ideológicos extremadamente banales. Recordemos
que en el propio título del artículo llamo a esta señora "Punset", exactamente igual que me referiría a un político de sexo
masculino, para dejar claro
que la equiparo a cualquier político/a profesional sin diferencia alguna
de género y despejar cualquiera duda de hacia dónde va mi ataque. Pretender que llamándola luego Señorita Carolina estoy perpetrando un ataque contra ella como mujer y no como agente centralista y colonial no sólo es injusto y erróneo, es reaccionario y ofensivo.
No señores y señoras, señoritos y señoritas, la libertad de expresión tiene cauces, pero no se le pueden poner límites sin entrar en un juego que a la larga siempre beneficia a los poderosos.
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