Un comentario que he hecho en otro sitio a cuenta del ya famosísimo tuit de Errejón y de la Navaja de Ockham.
A ver. E=mc2 o la fórmula de la gravitación universal son grandes logros impensables sin el axioma conocido como la Navaja de Ockham. Pero lo que yo pienso es que cuando pasa a las ciencias humanas y sociales, incluida la política, a la navaja la carga el diablo. De hecho, creo que el laclauismo (el populismo hegemonista) es una fórmula muy ockhamiana en el ámbito equivocado. Es una gran aportación teórica y arroja mucha luz sobre la mecánica de los procesos políticos, sin duda. Pero tomada como un especie de factoría de ecuaciones y algoritmos -es decir, si se toma como mecanismo único de funcionamiento de lo político- es una simplificación de tomo y lomo .
Yo en política y en la lógica de lo humano estoy con Heidegger: “Todas las ciencias del espíritu, e incluso todas las ciencias que estudian lo vivo, tienen que ser necesariamente inexactas si quieren ser rigurosas." Pero también con Adorno: “Literalidad y precisión no son lo mismo; antes bi en hay que decir que van separadas. Sin ruptura, sin impropiedad, no hay conocimiento que aspire a ser algo más que una repetición ordenadora. Que dicho conocimiento no renuncie a pesar de ello a la idea de la verdad, como por el contrario está mucho más cerca de ocurrir en los más consecuentes representantes del positivismo, no deja de constituir una contradicción esencial: el conocimiento es, y no per accidens, exageración. Porque de igual modo a como ningún particular es «verdadero », sino que en virtud de su estar-mediado es siempre su propio otro, tampoco el todo es verdad ero. El hecho de que permanezca irreconciliado con lo particular no es sino la expresión de su propia negatividad. La verdad es la articulación de esta relación”
Yo estoy más bien por la contemplación de lo complejo. El populismo algorítmico, por la simplicidad extrema. Otra cosa es que el lenguaje de Errejón sea complicao, difícil, abstruso, porque es puro tecnicismo. Pero no es complejo, es extremadamente simplista. La contrapartida de la Navaja de Ockham, y es lo que hacen todos los científicos, es apartar del cálculo todo lo que no le conviene. Eso en política se llama campo de concentración o gulag. Y claro, no conviene.
Lo que quiero decir es que uno no puede hacer un simple cálculo retórico-hegemónico y lanzarse a quemar el mundo con la tea de su verdad. De hecho, Laclau no hace retórica -la retórica es algo mucho más amplio- hace tropología sincrónica, puramente códica (langue) más que discursiva (parole). Ignora, por tanto, la opacidad poética del discurso, la proyección del eje de la selección sobre el eje de la combinación (Jakobson), la incidencia de la forma, el contexto y la modalidad enunciativa sobre el sentido. Es una gran aportación teórica, sin duda. Pero no puedes, al pasar a la praxis, hablar de núcleo y sectores laterales sin explicitar qué te autoriza a decidir qué es el centro y qué la periferia y por qué precisamente a ti.
Los científicos tienen formas efectivas de tapar bocas que los humanistas (hablo de un oficio, no de una cosmología: los que trabajamos desde un punto de vista conjetural y argumentativo, no demostrativo) no tenemos porque carecemos de patrones de validación universales. Por fortuna, porque el día que esos patrones existieran se habría acabado la historia y, por tanto, el género humano. Es un dogma idealista y neoliberal, como cualquier otro.
A ver. E=mc2 o la fórmula de la gravitación universal son grandes logros impensables sin el axioma conocido como la Navaja de Ockham. Pero lo que yo pienso es que cuando pasa a las ciencias humanas y sociales, incluida la política, a la navaja la carga el diablo. De hecho, creo que el laclauismo (el populismo hegemonista) es una fórmula muy ockhamiana en el ámbito equivocado. Es una gran aportación teórica y arroja mucha luz sobre la mecánica de los procesos políticos, sin duda. Pero tomada como un especie de factoría de ecuaciones y algoritmos -es decir, si se toma como mecanismo único de funcionamiento de lo político- es una simplificación de tomo y lomo .
Yo en política y en la lógica de lo humano estoy con Heidegger: “Todas las ciencias del espíritu, e incluso todas las ciencias que estudian lo vivo, tienen que ser necesariamente inexactas si quieren ser rigurosas." Pero también con Adorno: “Literalidad y precisión no son lo mismo; antes bi en hay que decir que van separadas. Sin ruptura, sin impropiedad, no hay conocimiento que aspire a ser algo más que una repetición ordenadora. Que dicho conocimiento no renuncie a pesar de ello a la idea de la verdad, como por el contrario está mucho más cerca de ocurrir en los más consecuentes representantes del positivismo, no deja de constituir una contradicción esencial: el conocimiento es, y no per accidens, exageración. Porque de igual modo a como ningún particular es «verdadero », sino que en virtud de su estar-mediado es siempre su propio otro, tampoco el todo es verdad ero. El hecho de que permanezca irreconciliado con lo particular no es sino la expresión de su propia negatividad. La verdad es la articulación de esta relación”
Yo estoy más bien por la contemplación de lo complejo. El populismo algorítmico, por la simplicidad extrema. Otra cosa es que el lenguaje de Errejón sea complicao, difícil, abstruso, porque es puro tecnicismo. Pero no es complejo, es extremadamente simplista. La contrapartida de la Navaja de Ockham, y es lo que hacen todos los científicos, es apartar del cálculo todo lo que no le conviene. Eso en política se llama campo de concentración o gulag. Y claro, no conviene.
Lo que quiero decir es que uno no puede hacer un simple cálculo retórico-hegemónico y lanzarse a quemar el mundo con la tea de su verdad. De hecho, Laclau no hace retórica -la retórica es algo mucho más amplio- hace tropología sincrónica, puramente códica (langue) más que discursiva (parole). Ignora, por tanto, la opacidad poética del discurso, la proyección del eje de la selección sobre el eje de la combinación (Jakobson), la incidencia de la forma, el contexto y la modalidad enunciativa sobre el sentido. Es una gran aportación teórica, sin duda. Pero no puedes, al pasar a la praxis, hablar de núcleo y sectores laterales sin explicitar qué te autoriza a decidir qué es el centro y qué la periferia y por qué precisamente a ti.
Los científicos tienen formas efectivas de tapar bocas que los humanistas (hablo de un oficio, no de una cosmología: los que trabajamos desde un punto de vista conjetural y argumentativo, no demostrativo) no tenemos porque carecemos de patrones de validación universales. Por fortuna, porque el día que esos patrones existieran se habría acabado la historia y, por tanto, el género humano. Es un dogma idealista y neoliberal, como cualquier otro.
Éste es el tuit al que me refiero más arriba
La hegemonía se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales. Afirmación - apertura.
— Íñigo Errejón (@ierrejon) junio 19, 2015
Algunas de mis respuestas:
¿Puro broadcasting, pues? ¿Telecracia? Leede el tuit, pero leed también lo que le contestan. No tiene desperdicio. https://t.co/Pxn1Z2WBBb
— José Antonio Palao (@JosAntonioPalao) junio 20, 2015
@ierrejon El problema es llamar al lugar desde el que se irradia, núcleo. La metáfora atómica le quita toda la gracia (Uno que lo ha captao)
— José Antonio Palao (@JosAntonioPalao) junio 20, 2015
Mientras no nos estés contando que el núcleo es PodemosMadrid y los laterales son Otracosaprovincias #TuiteaComoErrejon o como te dé la gana
— José Antonio Palao (@JosAntonioPalao) junio 20, 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario