lunes, 28 de abril de 2014

La traición por la imagen.

(Por favor, léase también el post scriptum, tras las fotos)

Esto es justo a donde yo apuntaba hace 3 meses. Llevo muchos años analizando e investigando la imagen, la televisión y los medios de comunicación para saber que tal y como están estructurados son un factor esencial para preservar la ignorancia de los electores y reproducir y propagar el estado de cosas en que nos encontramos. Pablo Iglesias viene de esa estructura y está siendo utilizado por ella, gracias a su narcisismo. No está usando su imagen para ganar unas elecciones, está siendo utilizado como imagen por el sistema para perpetuarse. Era el gran riesgo de su operación. Y él parece felizmente en la inopia.  En absoluto veo entre los que le defienden y entre sus votantes potenciales una posición de desvelamiento de los mecanismos de poder y de las formaciones discursivas sobre las que se apuntalan el capitalismo, el bipartidismo, la corrupción, etc.,  sino el simple revanchismo visceral y tertuliano que fue el gran instrumento del PP para volver al poder.
De ahí que este chascarrillo de la tostada me haya hecho gracia después de ver la botella de vino, la camiseta, etc.  Podremos hablar del vacío y de la verdad como camino emancipatorio contra la realidad impuesta. Pero para ello es perentorio que la imagen no se use como tapón para ese vacío.
No entiendo cómo algunos psicoanalistas le han dado a esta opción su apoyo. Bueno sí, algunos de los líderes del Círculo Podemos Psicoanalistas son gente que nunca se ha interesado por las formaciones identitarias que se articulan en la política española, por sus peculiares leyes discursivas que se alejan tanto de la realidad latinoamericana como de la europea y que no se han parado ni por un momento a analizar las estructura discursiva del juego mediático y electoral en el ámbito español. Simplemente nunca han sentido el más mínimo interés por España más que como lugar circunstancial de residencia. Me duele decirlo pero me dolió más comprobarlo.
La idea de un movimiento socio-político nucleado en torno a un o a una líder carismático, que parece funcionar en Argentina y otros países de América Latina, en España simplemente repugna, hasta a la derecha, porque lo más parecido que hemos tenido a eso fue el franquismo. No nos gustan los caudillos ni los salvadores de la patria. Aunque digan que son de izquierdas y que el programa se ha elaborado desde la base. No, si luego prestan su efigie a un logo que es en el que se va a condensar todo su mensaje político, no nos llamemos a engaño. Cuando entras en ese juego electoralista sabes que te vas a dirigir a una audiencia mucho mayor que aquellos que han participado en el proceso con espíritu militante. Y el mensaje para unos y para otros es tremendamente distinto. No se puede ser tan vilmente ingenuo como para no darse cuenta de eso y de que el candidato tiene una muy relevante responsabilidad enunciativa sobre el discurso político de la formación por la que se presenta. Y por su imagen.
Como me enerva que gente al parecer muy puesta en eso que se llama "ciencia política" decida soslayar el análisis semiótico y comunicativo de los discursos mediáticos y se lance a ellos como si fueran una herramienta benigna y transparente, ignornado los juegos de lenguaje y sus reglas, la pregnancia de los semblantes y de su potencia imaginaria y simbólica. Si Laclau pudiera ver desde su muy reciente tumba lo que se está haciendo en su nombre en España, probablemente se retorcería en ella. Una cosa es darle armas de lucha democrática a un pueblo y otra cosa es darle una vuelta de tuerca más a los imaginarios que lo oprimen y lo utilizan. No es de recibo usar en el logo de una formación política que se pretende popularmente subversiva, la imagen de un lider que goza de ella por haber sido polemista en un talk show. A Pablo Iglesias, y nadie se lo niega, le haría falta tiempo para convertirse en otra cosa. Pero tiene mucha prisa por verse, por contemplarse, por figurar. Para ser un líder popular hace falta un proceso discursivo que toque lo real del antagonismo. No se fabrican hegemonías con una operación de márketing. Sólo candidaturas electorales. No acabo de captar por qué después de años hablando del Discurso del Capitalista lacaniano, hemos pasado a hablar de hegemonías y significantes vacíos sin habernos tomado el tiempo de pensar la articulación teórica entre lo uno y lo otro. Y puede ser pensada. Seguro.
Ojalá me equivoque, pero la Ley de Murphy ya nos advertía de que la tostada cae siempre del mismo lado. Sobre todo si nos empeñamos en usar siempre el mismo molde para el pan. Una lástima.







Y aquí, un vídeo: Pablo Iglesias y el aplauso fácil

 

Post scriptum:

Esto es una brevísima respuesta a algunos comentarios que he leído a este post en Facebook principalmente. A algunos les parece que crititco a Podemos y al liderazgo de Pablo Iglesias porque se sale de los moldes de la "izquierda tradicional (o clásica)" (pedazo de oxímoron, que tristemente se ha convertido en una expresión de lo más natural). ¿No se dan cuenta de que esa interpretación es estrictamente bipartidisa? Es decir, ¿que se acoge a un esquema que concibe la política como un asunto electoral y proyecta falacias tertulianas y de talk show televisivo sin ver más allá, ni ser capaz de imaginar otro tipo de planteamiento?
Mi diagnóstico sobre todos los males de la política actual está hecho hace mucho tiempo: La comunicación ha suplantado a la acción y al pensamiento, que debían ser las misiones de la política. Ya no hay política sino comunicación política. Eso es lo que ha llevado a la ciudadanía, al pueblo, a estar a expensas de los partidos y su burocracia y de los grandes grupos mediáticos y su control de la agenda, esto es, a constituirse en comunidades de goce (pp. 49-73) pasivas y ha permitido todos los triunfos del neoliberalismo que han sumido a las clases populares (la inmensa mayoría) en la más absoluta impotencia democrática.
Pues bien, el núcleo de todas mis críticas a Podemos es que presentándose como una alternativa a ese estado de cosas, esto es, pretendiendo subvertir el sistema en tanto que "desempodera" al pueblo está cayendo en todas las trampas mediáticas del planteamiento político comunicativo que sería lo primero que debería combatir. No se trata de coger un trozo de pastel de la agenda. Se trataría de dinamitar el propio planteamiento comunicativo y los principios que permiten que esta agenda nos diga de qué podemos hablar y por tanto cuáles son las vías para pensar la realidad. El polemismo fatuo está en el centro de ello. Como decía Chomsky, -cito de memoria- lo que hace el sistema es propiciar que se hable con auténtico enconamiento de temas intrascendentes (los que la agenda mediática impuesta por grupos de comunicación, agentes económicos capitalistas y partidos parlamentarios y sindicatos integrados en el sistema) para que no se hable jamás de los temas realmente cruciales.
El clientelismo de la imagen del líder -un líder que ha forjado su imagen pública en estos pseudodebates- es precisamente la mejor manera de volver al redil de la comunicación política y del sistema mediático. Ése es el núcleo de todas mis críticas.
Se dice que es que el sistema tiene grietas que se pueden aprovechar. Perfecto, pero me parece imposible que quien vaya a aprovechar esas grietas en un líder que como tal (nada que ver con la persona) debe toda su imagen pública, de la que depende cada vez más lastimosamente su formación política, a esos mismos procedimientos que son la base del desempoderamiento de las masas, del pueblo, de la ciudadanía. Por eso he llamado a este post La traición por la imagen. Viendo las reacciones de defensa de su amado líder que regurgitan algunos de los adeptos de Podemos, propias de los más ultramontanos comportamientos de los espectadores de Intereconomía, me doy cuenta de que con las estrategias comunicativas de Pablo Iglesias no han hecho nada por transformar a las masas, al electorado pasivo, en un sujeto multitudinario capaz de enfrentarse al neoliberalismo desde fuera de sus redes, primero, y de encarar la transformación radical del capitalismo, después. Los descerebrados actúan como descerebrados. Una formación popular no puede quedar indemne de mantenerlos en sus filas. Por supuesto, que hay otra mucha gente que apoya a PIT desde una posición ética y reflexiva porque lo ven una baza capaz de oponerse al bipartidismo neoliberal y sus abusos. Pero estos ya venían así de casa, el discurso de Podemos no ha hecho nada por ellos, en ese sentido.

Relacionado:  

Enlace general a las entradas sobre Podemos
 "El poder no teme a la izquierda, teme a la gente"
¿Gatoadictos, Tuerkamaníacos? Da qué pensar.
http://vlcnoticias.com/por-que-desconfio-de-pablo-iglesias/
Cositas que he ido diciendo en los últimos tiempos sobre política, izquierda y comunicación.

jueves, 24 de abril de 2014

Microrrelatos.

Ahora que me han dado la agradable, a la par que absoluta, sorpresa de ser finalista de un concurso de "tuitrelatos" (#‎tuitrelatohn‬), os cuelgo lo más parecido al microrrelato que he escrito en mi vida. Lo que pasa es que yo les di el estatuto de poemas (proemas los llamó alguien una vez). Ambos estarían includos en mi poemario Flores sin nombre y, como tales, no tendrían título. Pero eso sí, forman parte de sendos capítulos que sí lo llevan. Ahí van.

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Un recado de la corte. Otra vez, mi tirano demanda que proyecte para él un palacio. Le insisto, mi dignidad horizontalmente desplegada sobre el plano tangente a la punta de sus babuchas, en que todos sus palacios devendrán mausoleos, y que sólo se muere una vez y en un único cadáver. Su soberbia le impide atender a mis palabras. Me escruta con el rayo de odio con que miran los poderosos cuando les sobreviene la conciencia de que dependen del cuerpecillo insignificante de un cobarde ante la muerte para declinar sus sueños en materia. Pero es la espada que siempre cuelga de las nervaduras bajo las que se cobijan, y están acostumbrados a convivir con ella sin ninguna alteración del pulso. Yo, por mi parte, temo demasiado el tormento de los días indiferentes que me depara su soberbia enojada si no cumplo sus deseos.
Me muerdo los labios, las lágrimas se agolpan en la garganta, las uñas taladran las palmas de mi mano, los párpados estrangulan la coriácea luz del sol. Una vez más, comienzo los preparativos para el viaje. He de visitar todos los mausoleos construidos, desde que el hombre es hombre, para no caer en el negligencia de construir uno de rango inferior al de algún emperador al que él sueñe infligir su real desprecio. Empezaré, una vez más, por los que ya le construí. Sé que es a la memoria de sí mismo, soñando los proyectos que ya han degenerado en materia suntuosa, a quien más empeño tiene en humillar.
-Tardaré en volver -le advierto. Las técnicas han evolucionado mucho y no cesan de erigirse arquitecturas cada vez más insólitas y complejas.
-No me importa, sabes que soy eterno y la posibilidad de la muerte no me inquieta –me responde displicente, mientras acaricia la arrebatadora nuca de su última concubina, forzada al abandono del hombre que la amaba.
Recojo mis utensilios de geómetra, estremecido por la rabia, a punto del llanto. Me había hecho a la idea de que mis últimos días iban a habitar el júbilo de la obra consumada, y la admiración benevolente y agradecida de mi amo deshaciéndose en elogios precisos, que son la forma suprema del silencio.
Monto en la cabalgadura mi esqueleto dolorido. Parto. No sé cuando volveré. El populacho lanza abucheos a mi paso, enterado de mi viaje. Saben que mi misión les traerá nuevos trabajos y aflicciones. Yo, ni les oigo. Me obsesiona la idea de morir sin haber colocado la postrera piedra de su último mausoleo.

(Perteneciente al Cap. XIX, "Del Deber")



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Era pequeño, rubio, barbudo. Su presencia juguetona y prodigiosa se nos había hecho amable y necesaria. Estábamos sinceramente preocupados por su bienestar, así que nos decidimos a hacer una visita a su morada. Encontramos un humildísimo predio, a orillas de la corriente fluvial, y supimos que nos había mentido. Conseguimos localizarlo e interpelar su mirada infantil, del color de un crepúsculo pacífico y del firmamento barroco. Le dijimos que era imposible que escondiera todas las riquezas que se había ufanado de poseer en aquella humilde parcelilla, llena de hierbajos agrestes, y con un sencillo cobertizo de lona como único cobijo. Nos respondió: “pues las tengo a muy buen recaudo. Vosotros habéis buscado en esta pobre fracción del espacio, pero –aquí, su rostro de querubín refulgió pleno de gloria, envuelto entre dorados, como el pubis inmaculado que soñara un trovador atrapado en la maraña de sus metáforas banales- todo mi tesoro está inexpugnablemente guardado en el tiempo”. Nos ofreció una explicación convincente de en qué consistía la arquitectura de su guarida invisible, alzada con el único material de los instantes inasibles. Pero por más que lo intento, en esta vigilia tridimensional y achatada, no consigo recordar la urdimbre de su argumentación. Sólo recuerdo que era una explicación lógica, bien protegida de cualquier posible refutación, una elegante trama de conceptos brillantemente concatenados, y no una vulgar parábola edificante, henchida de fatua sabiduría.

(Perteneciente al cap. XXIV "Del Tiempo")

lunes, 21 de abril de 2014

OBSOLESCENCIA IMPROGRAMADA.


He tropezado con una arruga
áspera como una raya de lápiz
en el terso deambular por mi presente vacío.
Tiene que ver no tanto con la verdad
como con la causa de los sueños,
intuyo.
No tiene gracia.
Es como el filo de una hoja de papel
seccionando limpiamente una arteria.
La sangre brota a borbotones
con el escozor impuro y denso,
oliente,
de la obsesión
y de los recuerdos.
Nada para enseñar.
Es el delirio de la paz detenido por la dicha.
Por el pliegue retráctil del femenino dicho.
Tiemblo y tiemblo.
La ignorancia no deja de ser la cicatriz que el ungüento de la santidad
había fabricado para el corazón.
Que no se detiene, obstinado.
Y bombea.
Aún.
Tumultuosas, hirsutas, cerdosas
burbujas densas
como sargazos.
Ya. Nada. Es. Igual.

(La verdad es que no tengo ni idea. Si a quien lo lea se le ocurre cualquier clase de aclaración, será bienvenida. Gracias de antemano)

viernes, 11 de abril de 2014

Up with people (Sobre la patochada electoralista de IU en Andalucía)

El inglés presenta un problema semántico grave. En español (y en valenciano, y en otras lenguas) tenemos dos palabras. Una cosa es el pueblo y otra cosa es lagente. Si sólo tienes una, people, para decir las dos cosas estás condenado a ser un eterno reformista bienintencionado y caritativo. Porque son conceptos muy distintos. El concepto pueblo tiene una gran carga ideológica, puesto que de designa a un agente de la historia y de la justicia, a un sujeto de la acción colectiva. Lagente no tiene nada de todo eso. La gente navega entre la pasividad, la inconsciencia. Implica, incluso, para los solitarios, la vaga otredad hostil de los mediocres. Sentirse, al contrario, pueblo implica un sentimiento sanguíneo, torrencial, profundo, viejo y activo de pertenencia.

Para seguir leyendo...

viernes, 4 de abril de 2014

Suárez

Acabo de cumplir cincuenta y dos años. Como todas las edades, ésta también tiene ‘cosicas’ que no te esperas y que la hacen distinta de otras. Ahora me he dado cuenta de que, en buena medida, mi biografía se confunde con lo que para otros es la Historia. Esto se hace muy evidente sobre todo si convives habitualmente con gente mucho más joven que tú, que se remite a hechos colectivos que tú recuerdas como parte de tu vida personal con la feroz abstracción del que los ha leído en un manual de conocimiento del medio o alguna materia por el estilo. Dadas las circunstancias se puede pensar que uno es historia o bien, yo lo prefiero, que la historia es una parte de mi vida. Y ello me autoriza a hablar de ella como lo vivido.

(Continúa en VLCNoticias)