martes, 20 de marzo de 2018

Sobre las pensiones. Un par de ideas raras.

Vuelven a ser experimentos hechos en facebook. La divulgación tiene mucho de experimental. Y mucha responsabilidad. Más allá de las alturas de la ciencia y las profundidades de la filosofía, las visiones del mundo, su comprensión general, se hace a través del "vulgo" del que todos formamos parte. Cómo hacer de este vulgo multitud activa y sinérgica hacia la invención de lo común, es cómo posicionarse ante el amo que controla cada discurso. Esta vez, el tema es la lucha de los pensionistas. Copio: 



 ✊Esto de los pensiones tiene su aquél, ¿no? Todos los sabios (demógrafos, sociólogos y sobre todo economistas) que sacan los medios del establishment nos hablan de un peligro esencial. El Sistema de Pensiones y los servicios sociales en general, están pensados para ser financiados por los contribuyentes activos de la sociedad, es decir, por la gente que trabaja y paga impuestos. El problema es que todo ha ido bien -es decir, no se ha hundido- mientras la pirámide se mantenía en su sitio: en la amplia base los elementos productivos constituyendo la mayoría, y en la cúspide los elementos improductivos, beneficiarios de las contribuciones de las rentas de los trabajadores. Lo que pasa es que, con la esperanza de vida alargándose, la pirámide tiende a invertirse y al final habrá más pensionistas que productores contribuyentes. Ingeniosa la metáfora geométrica. Y la cosa no tiene buenas perspectivas. Igual es muy tonto lo que voy a decir, pero ¿a ninguno de estos sabios mediáticos se le ha ocurrido pergeñar una pirámide tomando como referencia la riqueza y no la edad? Digo. Vamos, que el llamado Estado del Bienestar consistió en que los trabajadores financiaban con sus impuestos el Estado, que atendía, así, a los que habían sido productores al llegar su vejez y garantizaba ciertos servicios sanitarios y la supervivencia a algunos que pudieran alegar una discapacidad o una enfermedad. Pero, qué curioso, el sistema, para su mantenimiento, excluía a las élites económicas, que acaparaban los capitales y los beneficios, con una contribución al bien general mínima, en comparación con sus ingresos y posesiones, y habiendo convencido a todo el mundo de que su función es ésa: seguir enriqueciéndose porque así crean más puestos de trabajo, esto es, ocupaciones para que los contribuyentes-productores puedan pagar sus impuestos y financiar al Estado, mientras ellos siguen acumulando más y más riqueza. Suena loco, porque es loco. Es el discurso que se sigue repitiendo: las pensiones peligran porque los contratos son en precario y de mala calidad y así los trabajadores cotizan poco porque sus ingresos son bajos y poco constantes. Y nadie se ocupa de pensar en redistribuir la enorme riqueza que se quedan sus explotadores, en concepto de plusvalías. Parezco marxista y todo, ¿verdad?. Me pasa cuando uso el sentido común de modo riguroso, que sueno marxista. Fíjate, tú. Bueno, el caso es que a nadie de esos cerebros privilegiados se le ha ocurrido la posibilidad de pensar en la pirámide en términos de riqueza y no de edad. Nadie cuestiona que la brecha de la desigualdad ha crecido en España más que en toda Europa. Y si a esa pirámide se la invirtiera, esto es, en vez de muchos con poco sosteniéndola y poquísimos con mucho gozándola, la sociedad tuviera en su cúspide a la mayoría con lo suficiente y en el pico inferior a los necesitados, pues el problema estaría resuelto. Creo que se le llama socialismo a esto. Y ya está inventado. El problema es que el socialismo que realmente existió tiene muy mala fama y con razón. Fue un sistema totalitario y asfixiante. Marx dijo que había que abolir la propiedad privada. Pero el problema es que no tuvo en cuenta que el ser humano es ante todo desante, que no basta con satisfacer sus necesidades básicas. Vamos, no tuvo en cuenta que la libertad es un elemento primario en el ser humano, no un atributo ideológico, idealizante. Ello desembocó en un estatalismo asfixiante que tomó la forma de empresa única. No se caminó nunca hacia el comunismo porque se confundió lo común, que solo puede surgir de los singulares, con lo público. Pero el caso es que las multitudes que ha ido generando el capitalismo en su locura ya no tienen mucho que ver con la clase obrera decimonónica, ni con la de los setenta primeros años del siglo XX. Esa denostada clase media ha generado gente con iniciativa pero sin medios, gente que es más que nunca emprendedora y más desde que está en precario. El problema es que el neoliberalismo se ha adueñado de este impulso y ha convertido al emprendedurismo en uno de sus ideologemas básicos. El emprendedor neoliberal, pues, más que una vocación o una intención de producir tiene el objetivo de hacerse rico. Como el hombre de negocios de toda la vida, vamos, pero de pobre, sin ser dueño ni del dinero ni de los medios de producción. Claro, empleo precario, cotizaciones escasas e irregulares, riesgo constante de exclusión y, por arriba, una acumulación de capitales con apoyo de los gobiernos neoliberales, que además van liquidando el patrimonio del Estado, producto exclusivo de las contribuciones de los trabajadores asalariados, para financiar las locuras de la élite capitalista en la cumbre y salvándoles el culo cuando sus locas apuestas para enriquecerse aún más, con toda lógica, fracasan. Autopistas, bancos, salvajadas urbanísticas, etc. En estas circunstancias, con lo ingresos mermados y los gastos disparados, es decir, con el Estado en ruina y la población insegura y precarizada, es obvio que las viejas recetas keinesianas y socialdemócratas tienen muy poco recorrido. No hay manera de distribuir la riqueza si ésta está en unas pocas manos privadas. La redistribución socialdemócrata de los recursos generados por el capitalismo se hizo siempre con base a la presión fiscal contra los asalariados. A éstos se les utilizaba para financiar el Estado como contribuyentes y para retroalimentar el circuito de acumulación a través del consumo. En la medida de que eran consumidores y productores (prosumers, prosumidores, se les ha llamado en la época del capitalismo cognitivo) dejaron de ser considerados clase trabajadora y empezó a llamárseles clase media. La clase trabajadora no es una realidad material, sino un concepto, creo yo. Un concepto operativo. Pero lo mismo sucede con los conceptos de átomo, molécula, célula o galaxia. Están muy bien mientras funcionan, esto es, mientras permiten crear modelos que la realidad no refuta. Ahora bien, tratar de proponer políticas emancipatorias desde el concepto de clase obrera no parece lo más indicado en este momento, porque la gran masa social no se concibe ni identifica con el concepto, no se sienten identificados sólo como productores, sino como beneficiarios del sistema a través del consumo. Parecen poder determinar al amo en el lugar de la verdad, como indica el matema en el discurso capitalista. Entonces no son ya “clase obrera”, son opinión pública, electorado, etc. No deja de ser significativo, pues, que hayan tenido que ser los parados, los precarios, los pensionistas los que han tomado la calle en esta última década. La PAH, el 15M, las manifestaciones de este sábado: precariado, desahuciados, jubilados. Los productores en activo, a verlo por la tele: clase media, masa, audiencia, opinión pública, electorado. Los productores han dejado, pues, de ser el motor de la movilización social. Y es que esa clase media ha creado su propia masa de excluidos, su propio lumpen, sus no “empleados” (horrible palabra), sus rechazados por el sistema para su uso, el precariado condenado al emprendimiento, el cognitariado. Muchos de ellos, hijos de la denostada –por el paleomarxismo- clase media, que gracias al esfuerzo de la clase productiva de la generación anterior pudieron acceder a derechos elementales (sanidad, educación, actividades lúdicas y deportivas, etc.) a través de los rendimientos de su trabajo, y que hoy el capitalismo privado, financiero, volátil, globalizado, deslocalizado, rechaza de la urdimbre de los asalariados estables. Eso sí, con un potencial creativo y de iniciativa singular o grupal muy superior al de sus ancestros, así como con habilidades sociales inéditas. El emprendimiento neoliberal, que parece ser su salida “natural”, los condena a no ser explotados por un patrón sino sangrados por una entidad bancaria. Visto lo visto, si no se inventan formas nuevas de financiar lo público y de sostener a los que no sostienen los engranajes de la explotación capitalista (explotación y salario), des-empleados, pensionistas, personas dedicadas a los cuidados en el ámbito privado sin reconocimiento institucional ni remuneración (la inmensa mayoría, obviamente, mujeres), no puede pasar por la sobre-explotación fiscal de un sector productivo envejecido, en precario y en minoría. Esto es, las fórmulas de la social-democracia o del socialismo real (de tipo soviético). Todo pasaría por invertir la pirámide de la riqueza para invertir la de la edad. Primero e imprescindible: el establecimiento de una renta básica universal (sí, para los Botín y los Ortega, tanto como para sus porqueros) que permitiera garantizar una vida materialmente digna para toda la población. Esta renta no puede ser financiada por la renta de las personas físicas sino, necesariamente, a través de una fiscalización progresiva de las grandes fortunas. Esto no pasa por suprimir las clases y su lucha por decreto, como pretendieron las revoluciones de corte bolchevique, sino por empoderar, por establecer un nivel de conciencia de sí para el precariado y para la clase media, cosa que el obrerismo paleo-marxista tiende a coagular haciéndole el juego al capitalismo. Para los paleo-marxistas la clase media no existe y cada vez que se intenta concienciar proletariamente a la población ésta sale corriendo a caer en manos del emprendimiento y del lucha por tus sueños. Un error. La lucha de clases sigue más viva que nunca, pero ya no la protagonizan los actores del capitalismo clásico fordista, burgueses y proletarios, sino que el panorama es mucho más complejo. Es imprescindible encontrar formas de participación en la economía productiva distinta de la forma empresa, que parece la única forma de subjetividad que entiende el capitalismo, con la excusa de que es la única forma de control sobre la producción y sus rentas. Si las rentas del trabajo no son las únicas que van a financiar lo público, otras formas de participar en la economía colectiva han de ser posibles e inventadas. Lástima que los economistas estén tan ocupados en jugar con las pirámides equivocadas porque su concurso sería más necesario que nunca. Con una RBU, la gente no tendría que trabajar para comer sino para crear y realizarse, formas inéditas de invención provendrían de ello que no pasarían por el éxito competitivo y la aniquilación de los iguales. Los anglosajones llaman a este tipo de experimentación “sandbox” y ya están en ello porque ven que ahí está el futuro a partir de las bases del semiocapitalismo y del capitalismo cogninitivo. Con una RBU y una fiscalidad no sobre la producción sino sobre la acumulación, tendríamos el siguiente panorama: nadie sin sus necesidades básicas cubiertas, nadie pudiendo acumular riquezas sin producir. Ése sería el horizonte, al menos. Una forma de productividad que no pase por únicamente por la posibilidad de ser empleados por otros para sus fines, sino que pueda consistir también en la creación cooperativa de sinergias colectivas. En este panorama, ni lo público ni lo privado serían fines en sí mismos, sino medios para la construcción de lo común. Fácil, ¿no?
Igual los sabios no exploran esta hipótesis porque les parece un poquito radical. Se lo concedo. Pero un poquito nada más, ¿eh? A diferencia de las revoluciones clásicas y de la barbarie ecológica y humanitaria neoliberal, no exige ninguna hecatombe ni sangre de víctima alguna. Amancio y Ana Patricia también tendrían derecho a la RBU. Como todo el mundo.
(Querido lector: si al llegar aquí no has entendido nada es que has cometido un error de género. No estabas leyendo una propuesta técnica ni un manifiesto político, sino un post-poema neo-dadaísta. Vuelve a empezar con esta nueva premisa y ya verás qué divertido. Evidentemente, he optado por este género porque dada la situación delirante en la que vivimos me ha parecido el más apropiado. Probablemente, hubiera sido mejor un rap, pero es que no sé) 18 de marzo.



Cómic iaioflautas de Andrea Lucio.


https://ydijo.wordpress.com/2012/10/07/comic-iaioflautas/

👀¿Cómo podemos definir a un rico en un ecosistema de capitalismo global? Como aquel que no depende del trabajo presente para subsistir, de la continuidad homogénea de la producción. Casi nadie es rico, pues, aunque muchos crean que lo son, o que no son rematadamente pobres. En ese sentido, un empresario mediano o pequeño no difiere de un pensionista. Ambos viven de lo que producen otros, pero no tienen seguridad alguna en que ese estado de cosas persista. Por muy empresario de éxito que te creas no eres rico si no te puedes permitir cerrar tu empresa -es decir, prescindir de que otros trabajen directamente para ti- y seguir siendo rico. En el capitalismo, el emprendedor, el pequeño empresario y el pensionista no son entes autónomos, carecen de poder real. Todos ellos podrían formar un frente común, porque el sistema es una constante amenaza para ellos. En realidad, el neoliberalismo sólo es beneficioso para una parte ínfima de la población mundial. Y la mayoría cree lo contrario. Viven como si su vida fuera suya, igual que viven ignorando la inexorabilidad de la muerte. ¿Cómo es posible que no nos pongamos de acuerdo para realizar un giro hegemónico radical? La pregunta no es retórica. En cierto modo, a buscar una respuesta estoy dedicando mi vida. Yo y muchos otros, porque el enigma es –literalmente- in-menso, escapa a cualquier medida y a cualquier lógica. Me parece mucho más fiable el oráculo de Delfos que un economista de derechas. Y tampoco es irónico. La gente iba al oráculo, no porque fueran unos ignorantes sino porque necesitaban alguna guía para una vida azarosa. La tragedia para la catarsis, el oráculo para cuando sales del teatro. Fue a esta forma pagana de supervivencia (super-stitio) a la que el cristianismo acusó de estar basada en una “mala fe”. ¿De verdad creen señores clérigos que el demonio está en las políticas de género y no en los nuevos oráculos neoliberales que hacen creer a millones que tienen su vida y sus derechos garantizados siempre que elijan a políticos que fomenten el enriquecimiento de una ínfima minoría? No es de extrañar que sean los que ven la muerte más cerca los que estén liderando ahora la lucha por la vida, porque el sistema les ha defraudado en su promesa fundamental: que podrían esperarla tranquilos. Ellos han visto lo que había detrás de la fantasía. 19 de marzo.


👽Tras mucho cavilar y vivir y encallar he llegado a la convicción que, siendo los métodos las mayores fuentes de dogmas, su mejor antídoto es, sin duda, la intuición. Ya, ya. Supongo que aterra. Porque es mucho más difícil, riguroso y auténtico contruirse una subjetividad que ampararse en la apacibilidad de lo reproductible, del camino único que se puede hollar un millón de veces, de la objetividad. Cuanto más creo en la experiencia, menos creo en los datos y en los experimentos, en los laboratorios, en las confianzas deductivas y en los que desconfían de las multitudes. Son el opio del pueblo. 10 de marzo.



👐Yo sigo pensando que la sutileza es el instrumento más subversivo del pensamiento. Contra la opinión general. 10 de marzo.


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