sábado, 22 de junio de 2019

Pseudociencias

Hace unos meses, a raíz de la aprobación de la la Ley Anti-pseudociencias por el ministro interestelar, publiqué esta extensa recopilación en facebook. La dejo aquí para poder compartirla con algo más de facilidad. Allá va:



Bien, parece que el proyecto de ley anti-pseudociencias ya está ahí. Es uno de los mayores atentados contra la libertad de conciencia que yo recuerde en el Estado Español y en absoluto homologable con las legislaciones de los países desarrollados, además de ser un acto de totalitarismo biopolítico que puede tener  consecuencias de amplio alcance.. La obsesión de un sujeto que ha alcanzado el estatus de ministro y hace de su capricho, ley. Os confieso que ante la estulticia de tanta izquierda en este tema yo estoy más bien exhausto. Me limito, pues, a recoger lo que he dicho durante meses, por si alguien quiere utilizar mis argumentos. Os dejo un par de capturas en los comentarios de dos intelectuales de mi máximo respeto. En otros tiempos, hubiera hecho una entrada de blog y removido Roma con Santiago. Pero, justamente, eran otros tiempos. Ahora mismo, no tengo, literalmente, nada más que decir. Como soy lacaniano y no creo en el coaching, ni la auto-ayuda, ni en los estándares neoofordistas cognitivo conductuales  -pero jamás se me ocurriría pedir su pohibición-, no voy a intentar reparar mi desánimo ni a atribuirlo a un déficit de autoestima, sino a interrogarlo, esto es, ha hacer de él síntoma para asomarme a su verdad. Simplemente.  Sin urgencias.



Aquí, la recopilación.




-Yo tengo una prevención natural contra los cruzados anti-pseudociencias. Odian las humanas y sociales y acaban pontificando contra la homeopatía. ¿En serio en un mundo en el que las agencias de calificación y sus índices (jcr, scopus, scimago, clarivate) controlan qué es conocimiento y qué no, qué preguntas es lícito hacerle al mundo y cuáles hay que callar, con la misma arbitrariedad que fijan la prima de riesgo de las deudas de los Estados que financian las investigaciones con las que las revistas potenciadas por esas agencias se lucran no pagando a los autores y cobrando salvajadas por poder consultar sus artículos, el mayor enemigo del conocimiento es el reiki o la homeopatía?



-No deja de ser sintomático de lo copados que están por la pulsión de muerte que los perseguidores de las "pseudo-ciencias" no hablen más que del cáncer como si no hubiera otra enfermedad en el mundo. Les interesa la muerte y su administración y desprecian olímpicamente lo que sirva para la vida, y para paliar malestares cotidianos. Sólo les interesa la muerte, muerte, muerte...



-La discusión para mí es qué oculta esta furiosa pasión anti-homeopática. Mi hipótesis es que es parecido a lo que hacían con las brujas los inquisidores, reafirmar al poder encorajinando al pueblo a través de su miedo a ser poseído, a ser condenado, para defender con pasión las creencias oficiales.Visto así, ¿tendría algún sentido la pregunta de si las brujas tenían poderes reales de encantamiento concedidos por Belcebú o era una fábula popular, una pura superstición? Nos da igual, ¿verdad? Hoy las pensamos como pobres mujeres víctimas del oscurantismo a las que el poder condenó por que querían engañar y hacer el mal, tentar y condenar a las criaturas de Dios. El discurso contra la homeopatía tiene exactamente la misma estructura. Un problema banal tratado con pasión por la turba para reafirmar el credo oficial. Sin esa dialéctica entre el poder creer en las brujas o creer en la homeopatía no estarían en la agenda. Luego viene el que los mismos argumentos se usan contra cualquier praxis no exacta, no predictiva. Pregunta a los anti-homeopáticos lo que piensan de las ciencias del lenguaje, de la semiótica, de la teoría del discurso, de la filosofía no analítica o banalmente racionalista (continental, la llaman), del psicoanálisis -sin Freud no hubiera habido liberación sexual ni el feminismo hubiera podido elaborar el 80 por cien de sus fundamentos teóricos, aunque en algunos casos sean contra él-, de la antropología, o de cualquier saber no predictivo o técnico, esto es, que no considere al mundo -la naturaleza, la masa social- como un enemigo a dominar y someter.Verás cuántas coincidencias sobre la base del sentido común del totalitarismo cientifista entre odiar lo que ellos llaman pseudociencias (calumnia total en muchos casos, porque no puede ser pseudo lo que no pretende "ser" ciencia, sino en todo caso dialogar con ella desde fuera de su paradigma hegemónico) y odiar la libertad colectiva. No es una regla exacta, pero pregunta a muchos de estos azotes de herejes qué piensan del derechos a la autodeterminación de los pueblos, cuando los pilles en un descuido. Es la prueba del algodón.



-La obsesión por atacar lo que ellos -y sólo ellos, porque nada puede ser pseudo-equis, si no se postula como equis- llaman pseudo-ciencias para defender a la ciencia en peligro tiene exactamente la misma estructura de falso silogismo y la misma basteza intelectual que la defensa del castellano en peligro frente al catalán y al vasco -en España- o la del inglés en peligro frente al español -en USA. Y todas proceden del mismo tronco: las que atacan la “ideología de género” porque pone en peligro a la sagrada familia tradicional. Se trata de infundir pánico en la masa para impulsar sus más bajos y violentos instintos. Como sucedió con las cazas de brujas, esta estrategia es extremadamente eficaz, porque la masa enajenada, al actuar a favor del poder establecido y de la ideología dominante, siente continuamente que su vocerío tiene eco y sus proclamas éxito e interpretan este éxito como una prueba de que tienen razón. Haced la prueba y veréis cuántos anti-pseudociencias son anti-catalanistas y cuántos de una forma más o menos velada atacan cualquier avance feminista o de los colectivos LGTBIQ+ reputándolo de insuficiente o de trampa del sistema, de pura insignifcancia (mariconadas, dicen ellos). Eso es un marco discursivo de pleno derecho. Y es neoliberal y reaccionario. Hay micromachismos, microespañolismos, microfascismos y microneoliberalismos



-El Estado Liberal necesita algunas garantías para financiar ciertos productos con cargo a lo público. Perfectamente entendido. Entiendo también que la "demostración científica" (que no es más que una convención en la que se ha puesto de acuerdo el colectivo de los científicos: tal cosa queda demostrada si un experimento o una recolección de datos confirma un resultado que hemos predicho según un método generalmente aceptado) puede ser mucho mejor criterio que otros para decidir qué financia el Estado en el ámbito de la sanidad pública. Ahora bien, que eso impida que ciertos productos se distribuyan, que ciertos saberes se difundan, que ciertas disciplinas sigan investigándose,  porque no están demostrados cientificamente me parece tan grave como quemar a Servet (que no había podido demostrar aún nada cuando lo asesinó Calvino) o hacer retractarse a Galileo.



-No pido que el Estado financie las medicinas no científicas. Pero habría que empezar a plantearse si muchos fármacos y terapias basados en criterios neurocientíficos no son una superchería mucho mayor.



-El problema es que se espera una curación "capitalista", es decir, una sanación sin relato, que es lo que vende la medicina científica. Las medicinas tradicionales curaban al enfermo, esto es, lo "cuidaban" lo acompañaban (de la misma raíz latina viene "cura" clínica y "cura", clérigo, el que cuida a la la comunidad. No es un servicio al cliente, la salud no es una mercancía. Los psicoanalistas siguen hablando de la cura analítica también. Para los médicos institucionales, las curas son lo que hacen los enfermeros, cosa de poco empaque. La medicina científica institucionalizada es un gran logro intelectual y social de la modernidad. Pero no agota el ser del paciente, que necesita otras cosas. El problema, ya lo he dicho, es que entre las iglesias oficiales, los Estados y las Multinacionales se montan el tenderete y vigilan que no caiga nada fuera, o que si cae, quede reputado como sospechoso, banal o despreciable. Y no, la gente necesita vías para cuidar-se.



-Cuando se distribuye un producto homeopático que le pongan una etiqueta de "eficacia no demostrada científicamente", me parece estupendo. Soy fumador y me las como mucho peores. Pero que se pretenda "denunciar" que una universidad se da un curso de homeopatía, o un seminario de psicoanálisis (o de yoga, o de filosofía zen, o de lo que sea), me parece una salvajada reaccionaria. Digo más: ¿y si algún día una prueba experimental orientada de otro modo o una recolección de datos menos torticeramente sesgada, o simplemente un concepto de salud menos sometida a la funcionalidad de la productividad y la paz social capitalista, hicieran a la homeopatía (por ejemplo) admisible para la comunidad científica, qué harían? ¿Se mesarían los cabellos, se callarían para siempre, dejarían de dar el coñazo? ¿O como los economistas neoliberales que no previeron la crisis harían como que la cosa no va con ellos? No se puede prohibir nada sólo porque no se avenga al paradigma hegemónico. Es antidemocrático, ¿saben?. Como dejó muy bien argumentado Khun, está en la esencia de la ciencia que sus paradigmas entren en crisis y cambien, y como sostuvo con enorme lucidez Popper, la esencia de la ciencia es la falsabilidad (la posibilidad de que un nuevo experimento derribe la ley anterior: un postulado no es científico si por la misma trama deductiva que se formuló no se puede, a su vez, demostrar que es falso) que garantiza su carácter antidogmático. El derecho a la discrepancia es legítimo en cualquier ámbito. Incluido el de lo sagrado y lo totémico, que es en lo que quieren convertir a la ciencia, que nació por oposición al espíritu dogmático de la escolástica y parece haber sido poseída por él como venganza. Cosas de la debilidad la mental del alma humana. La principal de todas, avenirse a ser suplantada por el cerebro. Su perversa fortaleza, acabar transfiriéndole a ese órgano graso todas sus propiedades metafísicas.

La ciencia es un gran logro de la humanidad, pero no es una religión, es decir, no es un saber totalitario que pretenda resolver todos los problemas y todas las particulares preocupaciones de cada individuo. Es de hecho, el discurso dominante y más legitimado en nuestra época y creo firmemente que todos los demás deben, si quieren su propia legitimación, medirse respecto a ella, tener en cuenta sus procedimientos, y justificar por qué no se avienen a ellos, si consideran que sus objetivos no se pueden alcanzar por los métodos estándar de la ciencia experimental. Quien no haga eso, se equivoca. De hecho, todas las para-ciencias se reivindican como científicas. Lo que yo propongo es el coraje de reconocer que no una disciplina no es científica aunque tenga sus garantías de rigor basadas en otros procedimientos. El psicoanálisis es, creo, quien mejor ha hecho ese trabajo



-La mayoría de los homeópatas que conozco so licenciados en medicina y te reconocerán que funciona, aunque no se sabe (no está explicado y avalado por una experimentación científica) por qué. Los psicoanalistas no te dirán eso, sino que es absolutamente imposible que se verifique experimentalmente lo que hallan en su práctica y que teorizan (generalizan para su transmisión) por métodos absolutamente distintos. Eso no los convierte en pseudociencias, pues se han medido respecto al paradigma científico para reconocer, los primeros, y afirmar, los segundos, que se sitúan fuera de de él. Me preocupan más los psicólogos neurocognitivistas que dicen que lo suyo es ciencia porque un escáner les devuelve imágenes de colorines en una pantallita. Y ya que de rigor hablamos. ¿Podrías matizar tu "nunca"? ¿Has probado la homeopatía una vez, ninguna, miles? Ahora, si esperas que te devuelva efectos tan palpables como los del ciprofloxacino o la metaanfetamina, evidentemente no esperas bien. El problema de la ciencia es que sólo espera respuestas "informativas" 0/1, sí no , a una pregunta pregunta prefijada y con un conjunto de respuestas posibles cerradas. Me parece un poco tramposillo este imperialismo mental que obtura para el científico cualquier posibilidad sorpresiva, es decir, de experiencia radicalmente humana. La ciencia nació amparada en Ockham, sí. Pero también en Nicolas de Cusa y en la docta ignorantia...



-Te imaginas que Fleming al ver que se jodían llos cultivos bacterianos por una plaga de hongos hubiera pensado en si la comunidad científica de su época iba a ver mal que utilizara proceximientos no homolgados?



-Lo de Avogrado es maravilloso, pero si algo funciona un científico lo que debe hacer es intentar explicarlo y si no puede con su método estándar, pues que varíe su método. Lo de sólo hay un mundo y si lo que veo no cabe en él hay que borrarlo o negligirlo o prohibirlo, o decir que es un engaño o una locura. Todo el neoliberalismo está basado en una sentencia de Margareth Thatcher: "There is no alternative" Consiguió que la izquierda dejara de ser temible para pasar a ser considerada como loca caprichosa, miserable. Para qué ser de izquierdas si solo hay un mundo inmutable y hay especialistas en describirlo y predecirlo?



-Como el método predice que algo es imposible, pues aunque lo veas con tus ojos tienes que negarlo. Eso le pasó a Galileo con la Inquisición. Pero ahora son otros los que tienen el poder y el mismo miedo de perderlo si su epistemología no es ya la hegemónica, sino la única. El pluralismo es peligrosísimo para todos los poderes totalitarios y el totalitarismo capitalista tiene su fundamento en la tecno-ciencia.



-Mrs Cooper: I tried to read your paper, but it was very hard for me to understand.

-Sheldon: Oh, it’s quite straightforward, actually. It describes a new model of the universe that conceptualizes it as the surface of an n-dimensional superfluid.

-Mrs Cooper: Interesting. You can believe that, but God filling an ark with animals two-by-two is nonsense.

-Sheldon: What did they feed the lions, Mother?

-Mrs Cooper: The floating bodies of drowned sinners, of course



-Alguien me dice: "A lo mejor el "mal" es la homeopatía. Un engaño anticientífico." Contesto: Cambia homeopatía por sexo y "engaño anticientífico" por invención del diablo y verás que piensas como tu abuela. He explicado el asunto pormenorizadamente y mi experiencia con ello. Este berrinche es típico de los ultrarracionalistas y de los activistas profesionales. Y no lo digo por decir. Oís homeopatía y es como si el cura del pueblo oyera Satanás. No conozco a ningún médico, farmacéutico o enfermero que hable así de la homeopatía. Probablemente porque no se basan en evidencias sino en la experiencia como fuente del sentido común.



- La filosofía y las humanidades han sido arrinconadas completamente por un modelo de educación neoliberal que quiere sujetos llenos de habilidades técnicas que conformen un precariado altamente cualificado y altamente inculto. Y, si, Sokal hace un trabajo de demolición thatcheriana de todo pensamiento que hubiera podido darle al anticapitalismo un argumento tras la caída de la URSS: Deleuze, Foucault, Lacan, Kristeva... No los crititca, los descalifica, los anatemiza de un modo completamente inquisitorial y doctrinario. El científismo lo ha conseguido: es mentira si no puede ser demostrado. De nada vale que pueda ser argumentado y sostenido racionalmente. En fin, costó 20 años salir del atolladero del neoliberalismo y que Negri pudiera retomar a Deleuze, la teoría del discurso pudiera volver a Lacan, esto es, a un uso de lo matémico como heurística y no como algoritmo predictivo. En fin, si hay dos grandes pseudociencias actualmente son la demoscopia y la economía neoliberal. Y como digo arriba, los mismos que calculan la prima de riesgo con absoluta arbitrariedad para derribar gobiernos que no convienen al capitalismo financiero global. Evidentemente, no has leído a Heidegger, como un seminarista católico se prohibiría leer a los teólogos herejes o a los filósofos ateos, porque sus tutores intelectuales ya le han dicho que están inspirados por el demonio. En fin, descojónate todo lo que quieras, pero o esto se para, o al menos se enfrenta o te veo en la calle por pseudo-científico.



-No científico no es pseudo-científico. El sol pasa por encima de las cabezas de los humanos del amanecer al anochecer, desde que existe la especie. Otra cosa es si lo explicas porque el sol se mueve sobre una superficie plana como Ptolomeo o porque es la tierra esférica la se mueve alrededor del sol. Lo que no podemos negar son los efectos y los fenómenos porque la teoría nos parezca delirante, o peor, negar su existencia porque nuestra teoría no los predice. Y lo que no podemos tampoco es empeñarnos en que no haya más que un modelo para explicar todos los fenómenos. El universo no es universal. Es un modelo que va cambiando a gran velocidad. Si hasta mediados del siglo XX tú preguntabas "Oiga, y el universo cuántos años tiene", cualquier físico te diría que eras un supersticioso y un paleto, que esa pregunta no era científica. Hoy, a partir del Big Bang, -que es un nombre chiste que le pusieron sus detractores para mofarse de la absurda teoría anti-científica que decía que el universo entero se originó en una explosión- es una pregunta completamente pertinente en física. Menos mal que no quemaron a sus promotores como a Servet. Y sobre todo, menos mal que no impidieron que se propagara y difundiera esa mierda pseudocientífica de la explosión cósmica, ¿no?



-Yo no me imagino a Foucault imputando su carácter represivo a estas prácticas. Ni a Deleuze, ni a Guattari. Antes al contrario fueron ellos, en tanto se oponían a las prácticas del poder los que fueron imputados de ello, como muestra el caso de Sokal y Bricmont, como forma de desactivar el carácter emancipador de sus discursos y dejar inerme a cualquier pensamiento anticapitalista durante un par de décadas. Lo que ellos criticaron, lo que se criticaba en los 70, eran precisamente las prácticas del biopoder, que se establecen a través de la prácticas coercitivas y administrativas institucionales y se amparan, precisamente, en la cientificidad supuesta que avala sus prácticas.



-A poco que no se sea cerrado de mente uno puede leer en la proliferación de estas terapias alternativas y de otras prácticas no-científicas, formas del cuidado de sí que intentan alejarse de la biopolítica burocratizada de la medicina de Estado. A veces con más acierto, a veces con menos. Ni el veganismo está demostrado científicamente que sea beneficioso para la salud, ni el reiki, ni que el consumir fibra te libre del cáncer de colon. Ni se sabe muy bien cómo funciona la acupuntura. Pero lo que sí es constatable históricamente es que si no fuera por algunas “pseudociencias”, la homosexualidad sería considerada todavía como una enfermedad y el síntoma histérico como la máxima expresión de lo femenino. Respecto a los millones de ciudadanos ignorantes que murieron por ir a una pseudo-terapia a curarse un cáncer, sería una historia digna de aparecer en la Leyenda Dorada. Sí, que puede ser sin embargo, que algunas personas haciendo uso de su libertad y dignidad hayan decidido evitar una práctica devastadora como la quimioterapia si sólo las llevaba a prolongar unos meses más su sufrimiento. Y, puede, que hayan recurrido a prácticas no bendecidas por el Estado para acercarse a la muerte de una forma algo menos doliente. Nadie pide que el Estado bendiga esas prácticas y menos que la financie. Sí que sería conveniente que no las prohíba y que vigile si se cometen abusos en su nombre, como se cometen en nombre de la ciencia o de las diversas religiones institucionalizadas.



-Por cierto, la semana que viene empiezo con unas sesiones de radioterapia. Menos mal, porque tengo una enfermedad crónica desde hace 20 años y sólo ahora se me han ofrecido alternativas desde la sanidad científica y pública. Si cuando no saben cómo curar algo algo dicen que es psicosomático -los enfermos de psoriasis o de fibromialgia y de tantas otras enfermedades o síntomas que la medicina bioquímica no sabe explicar, no me dejarán mentir- y te no pueden más que ofrecerte cócteles de analgésicos y ansiolíticos de por vida, no te puedes extrañar de que la gente se busque en otras tradiciones terapéuticas, no una curación capitalista -estar en condiciones de volver al trabajo a ser explotado, recibir "el alta"- sino algún tipo de práctica que atenúe, que entre-tenga, que di-vierta, compasiva (que acompañe) con su sufrimiento. Y, por cierto, también, tengo amigos y gente muy querida a la que le han salvado la vida la quimioterapia o los antibióticos. Yo sin ellos no hubiera podido soportar ese mal del que os he hablado. También hablo castellano y soy heterosexual y hombre, qué le vamos a hacer. No me siento en peligro porque se proteja el catalán y se discrimine positivamente a las mujeres. Y, si alguna vez me siento, buena señal. Y si tuviera hijos o hijas, los vacunaría, sin ninguna duda. Y seguiría todas las prescripciones de los médicos. Lo hago conmigo. Eso sí, intentaría que bebieran agua del grifo, que es una práctica mucho menos contaminante que la botellita de plástico etiquetada, y, como te reconoce cualquier especialista en inmunología, mejora las defensas de quienes la consumen. Es muy sectario ir diciendo que quien reivindica la pluralidad se excluye de la mayoría. Es igual que decir que los comunistas tenían cuernos y rabo, que eran distintos, que odiaban el modo de vivir de la gente normal.



-Entre los muchos aciertos de Conan Doyle en sus relatos no es el menor que Sherlock Holmes no supiera que la Tierra era redonda y que giraba alrededor del sol. Eso, y que fuera toxicómano. O sea, que el campeón de la deducción, el método y el cálculo nos demuestra que el aparato cognitivo -la inteligencia- fomentado por el ideal capitalista, del que Sherlock Holmes es el campeón, es esencialmente newtoniano, mecanicista. Valdrá para muchas cosas pero no sabe qué hacer con la psique, con la pasión melancólica y saturnina en el que se ve sumido el animus cuando la cognición no la oculta. Tampoco parece necesitar para nada de la cosmología: que la tierra no sea plana no incumbe al cometido profesional de Holmes y, por lo tanto, es un saber que considera inútil. En fin, es el prototipo del cerebro disciplinario del capitalismo fordista, que cree que puede ocupar el lugar del alma sin resto y descubre que cuando dios murió y se llevó el alma consigo dejó un hueco que llenan mejor los opiáceos que la rutina burguesa . Y, por supuesto, el buen profesional burgués tampoco está interesado en las causas y efectos a largo plazo, que son cosas de ociosos y filósofos aprácticos. Ni Universo, ni Espíritu necesita el profesional liberal si tiene a la ciencia y al método. Esto es, el aplicado profesional capitalista, tecnocrático o burocrático, cree a ciegas en la existencia del uno y el otro, en tanto que garantizan su método, pero siempre a cambio de que nadie se atreva a pensarlos, pues ello pondría en peligro sus certezas metódicas. Toda profesionalización implica, necesariamente, esta premisa: prohibido pensar el fundamento pues ya está pensado para siempre. El arrinconamiento de las disciplinas filosóficas, artísticas y humanísticas de los planes de estudio oficiales no responde al desdén, sino al terror.

Bueno, la ironía de Doyle es impagable. Y yo pagaría lo que no tengo porque algún político gobernante fuera capaz de entender lo que el Arte puede enseñarle a la vida. No he dicho, enseñar-nos, quede claro. No se trata de que el arte nos muestre el mundo -el realismo es la otra pata del positivismo racionalista- sino de que nos ayude a inventarlo. Parece que nuestro ministro de Universidades e Investigación está obsesionado con que siga habiendo gente que crea que la tierra es plana, incluso en estos tiempos explícitamente globales. Tranquilo, señor ministro, todo controlado desde el “ground control”. Si eliminamos cierta alienación laboral (saber lo que se necesita para trabajar, esto es, privilegiar en la formación lo que sirve para ser explotado y no para pensar el mundo) verá que la gente empieza a entender que la tierra no es plana. En cuanto no lo sean sus vidas, no solo sus encefalogramas. Más preocupante me parece la gente que cree que la Tierra es suya, por mucho que sepa que es redonda. Ésa debería ser la principal preocupación de un político progresista, creo yo. Atrévase a abandonar su fina lata, comandante Pedro, y dar un paseo por las estrellas. Sólo desde el cosmos tiene sentido que los planetas no sean planos. Y que pese a esa evidencia, no se les haya podido cambiar el nombre... Igual porque no "hacía falta”



-Recordemos que el 90% de los cruzados anti-peudociencias no son científicos porque un científico suele tener la mente abierta. O bien son titulado/as en filosofía -filósofo/as es otra cosa- que odian además el 80 % de la producción filosófica porque sólo aceptan la filosofía analítica, que es la única que son capaces de entender. O bien, son psicólogas/os cognitivo-conductuales que intentan hacer pasar por científicos sus métodos de represión y control y por tanto temen a cualquier terapia o disciplina “psi” que arrostre con decisión la libertad humana. Las terapias de aversión, que acaba de prohibir la Generalitat Valenciana como cura para la homosexualidad, pertenecen a este grupo de prácticas psico-cognitivas. O bien, son tecnólogos sin relación directa con la investigación básica que temen que sus chiringuitos empresariales puedan perder ciertos privilegios.

Marina Garcés, Nueva Ilustración Radical.
Los astronautas pertenecen a este último grupo, por ello, tal vez lo mejor sea agruparlos a todos en la categoría de lunáticos. Eso sí, lunáticos sin imaginación, lo que los hace muy peligrosos tanto por su vehemencia como por su escrupulosa abnegación. Sus mejores precedentes, como martillo de herejes de todo lo que importune la base epistemológica del totalitarismo político, son Torquemada y Eichman, ambos aplicados, metódicos y pasionales servidores del totalitarismo hegemónico en sus sociedades y convencidos de que sirviendo al poder, estaban defendiendo a la razón frente a los embaucadores y degenerados que corrompían las mentes de las gentes sencillas con ideas raras.

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