jueves, 24 de diciembre de 2015

La voz del líder Iglesias (Apuntes sobre el Comunismo, 13)

Estoy de acuerdo con muchas de las cosas que está diciendo Pablo Iglesias estos días. Sobre Catalunya, sobre le ley de emergencia social, etc. Lástima que no me pueda fiar en absoluto de él debido a su trayectoria interna en Podemos. ¿Si de verdad va a defender todas estas cosas, por qué tuvo tanto interés en imponer en su partido un modelo autocrático, jerarquizado, centralista y, por ende, estatalista?. Se trataba de un pueblo no fuera nunca una multitud organizada y autogestionada, sino una plebe a expensas de un líder supremo y de una cúpula acorazada. Defender lo que está defendiendo con su voz pública y defender, con su voz interna y privada, el modelo organizativo que defendió es de una incoherencia radical. Profundamente radical. Porque donde se juega el poder, la actitud en o frente a él, es en el modelo organizativo, no el los discursos públicos. Es la diferencia entre jugar a los significantes vacíos o a los significantes flotantes. Los primeros son patrimonio de un pueblo proactivo, los segundos son patrimonio de los profesionales del márketing, que te pueden coger cualquier valor social para ponerlo al servicio de la promoción de su producto. A cambio, eso sí, de vaciarlo de cualquier operatividad pragmática. El significante vacío tiene sentido y opera, el significante flotante es pura cháchara castradora. Laclau lo explica perfectamente:
"Y, por las razones antes mencionadas, cuanto más extendida la cadena tanto más ese nombrar habrá de prevalecer sobre las referencias particularísticas de los eslabones individuales. Es por esta razón que hemos hablado de destrucción del sentido a través de su misma proliferación. Esto hace posible entender la relación precisa entre significantes “vacíos” y “flotantes”: dos términos que han tenido una circulación considerable en la literatura semiótica y postestructuralista contemporánea. En el caso del significante flotante, tendríamos aparentemente un exceso de sentido, mientras que el significante vacío sería, por el contrario, un significante sin significado. Pero si analizamos el problema con más atención, veremos que el carácter flotante de un significante es la única forma fenoménica de su vacuidad. Un significante como “democracia” es, ciertamente, flotante; su sentido será diferente en los discursos liberales, radicales antifascistas o conservadores anticomunistas” (Emesto Laclau, Los fundamentos retóricos de la sociedad: 31)
Bien, ¿qué hace la diferencia entre un discurso y otro, si no es la semántica? Por supuesto, la pragmática, la enunciación. Si enuncia un líder político profesional para recibir el aplauso y no una contravoz críticamente constructiva, todo significante deviene flotante. Es la ley estructural del silencio como única fórmula organizativa. Huir del neoliberalismo ha de comenzar por poner al líder, que no tendría más función que encarnar al imaginario del reconocimiento mutuo, al servicio del pueblo y no al revés. Por favor, que nadie me espete ahora que entonces IU/UP hubiera sido la alternativa. IU/UP era eso desde el principio y jamás hubo allí un espacio para cuestionar el centralismo organizativo. En ese sentido, IU es peor que Podemos. Los programas son un puro engaño si los representantes no están férreamente controlados por los representados. Lo que hace falta es inventar lo nuevo, lo que aún no existe pero estuvimos tan cerca de poder presentir. El gran antagonismo para los próximos tiempos habrá de ser multitud vs. élites. De esta confrontación nacerá el Pueblo, no de oponer unas élites profesionalizadas a otras.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

¿Es España ingobernable?: ¡Ya era hora!

Ayer, anteayer y  antes de anteayer fueron días solemnes y sesudos, de una moralidad gimiente, nocturna y grave. Decididamente, España es un país diviso. Entre el funeral y la caspa, ente la risa y la romería, entre la jarana y la negritud. Anoche me fui a la cama entre los estertores de la señora Arrimadas, (a ésta no la voy a llamar señorita, como a Carolina, que luego me dicen de todo) poniendo esa carita de estar oliendo un zurullo, que tan natural de sale, y diciendo que Podemos había conseguido lo que había conseguido por unirse a todo tipo de piojosos y pordioseros periféricos. No le pega decir a esta señora “perroflautas”, que es muy moderno. Le pega sustantivar las interjecciones. Pordioseros, zarrapastrosos, haraganes y perdularios, que quieren romper España. ¡Anda que no venía averiada ya!
Y esta mañana me he despertado con Inda y todo tipo de tertulianos cavernarios diciendo que España es ingobernable con estos resultados electorales.....

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sábado, 19 de diciembre de 2015

La dimensión del puñetazo.

Ayer, cuando vi el puñetazo que le dieron Rajoy, sentí como si me lo hubieran dado a mí personalmente. Vaya por delante mi absoluto rechazo moral y político a cualquier uso de la violencia. Pero no estoy hablando de eso, precisamente. Estoy hablando de la dimensión más banalmente semiótica y psicológica del hecho. Yo, que me las doy de listo y experimentado en el análisis (y por lo tanto en la capacidad de distanciarme) del discurso, me sentí automáticamente identificado con una víctima audiovisual, que tiene ganado mi absoluto desprecio y odio político por cómo ha usado él esa misma violencia política, policial, económica, bancaria y administrativa contra la sociedad que gobierna y a la que pertenezco. Imaginen lo que habrá sentido quien no tenga esos instrumentos de distanciamiento crítico.

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domingo, 13 de diciembre de 2015

LE EXIJO A PODEMOS. #éselmoment



“Casi” con total seguridad, voy a votar a Podemos. Como mucha gente, porque no nos queda otra. Sobre todo en la “periferia”, donde se ha unido con fuerzas que podrían ser su alternativa. No voy a entrar a discutir los porqués y los cómos. Si en ello han influido las cada vez más evidentes ambiciones personales de Mónica Oltra, por ejemplo, porque si de verdad hubieran querido unir el voto hubieran "confluido" con UP/IU, que en el País Valenciano están electoralmente desahuciados por el momento, creo sinceramente que más por sus propios errores que por otra cosa. Como he dicho en más de una ocasión, votar es un acto impuro y aspirar a que la fuerza a la que votas colme tus expectativas políticas es, al fin y al cabo, una aspiración totalitaria. Las elecciones pasarán y habrá que seguir bregando, cada uno como mejor sepa. Las elecciones son un campo de batalla, y la disputa por la verdad es otro. Parafraseando a Clausewitz, podríamos decir que la verdad es la continuación de la política por otros medios.

Partiendo de ese supuesto, y dado que Podemos ha decidido jugárselo todo a la carta electoral y constituirse, de cara a la opinión pública, como una opción electoral estándar más, me atrevo a plantearle una exigencia como votante que desgraciadamente, nunca hubiera podido presentarle como militante: LE EXIJO A PODEMOS UN ENFRENTAMIENTO TOTAL Y FRONTAL A CIUDADANOS

Creo que ya no es el momento de melifluos y aflautados “sísepuedes”, ya no es momento de hablar sólo de ilusión y de cantos adolescentes de fraternidad y amor. Es el momento del ANTAGONISMO en el más contundente,  honesto, y estratégicamente oficial sentido de la palabra. Es el momento de volver a las raíces -si no organizativas, al menos político-discursivas- y plantearse un enfrentamiento radical a la casta. Y darse cuenta de que el bipartidismo tiene una nueva faz. Cambiar el antagonismo izquierda / derecha por el paripé vieja vs. nueva política es, eso sí, un engaño en toda regla

Es la hora de la confrontación. No aspiro a votar a quien vaya a ganar unas elecciones por mayoría absoluta. Pero tampoco aspiro a votar a quien quiere ser nada más que otro elemento del Bipartidismo2 y convertirse en su cuarta fuerza política. #éselmoment de la confrontación, de que Podemos y Compromís no sean una fuerza política más, sino la Otra fuerza política, la que permite al pueblo operar más allá de una idea banal de la representación calculada. No entro, en la impureza de mi voto, a cuestionar programas, recetas y actitudes (de las listas plancha al fichaje de estrellas “independientes”). El programismo ha demostrado ser el germen de toda discordia en la izquierda y no quiero más izquierda discordante consigo misma, sino una política de la confrontación verdadera, siendo que la verdad es una construcción discursiva y contingente.

Hemos visto algunas de las propuestas de Ciudadanos que van saliendo a la luz. El contrato único (que llevaría a la mayor precarización de los trabajadores que se haya vivido nunca en este país), la propuesta de que RTVV emita en inglés (no olvidemos que el origen de C’s es la extrema derecha neoliberal españolista catalana), las ansias de intervención militar, las intenciones de desfuncionarizar a los profesores (¿dónde quedaría la dignidad y la libertad de enseñanza en ese caso?¿pensamos en paralelo en dónde ha quedado la libertad y la dignidad de los trabajadores de los medios de comunicación públicos, constituidos en su mayoría por “no funcionarios” puestos a dedo por los gobiernos de turno, para hacernos una idea?). En suma, un totalitarismo gélido y calculadamente destructivo de cualquier posibilidad de control político y público que propicie una hegemonía del pueblo.
Por eso, le exijo a Pablo Iglesias que muestre un distanciamiento total y una discrepancia radical y contundente frente a Albert Rivera, y deje de permitir esa connivente asociación “yoamoalaurística” que los equipara a ambos como jóvenes y prometedores “nuevos políticos”. C’s es la suma expresión de los valores  lo que antes se llamaba la casta y que Podemos nació para combatir. Y le exijo a Compromís que no olvide que el cosmopaletismo ultra-liberal de C’s es el principal peligro para los valencianos. Y quede que digo EXIJO, como se suele dirigir uno a los poderes establecidos y no, pongo como condición. Condición no les pongo ninguna, ni admito ninguna. Después de las elecciones veremos, porque la verdad, siendo contingente, no es relativa ni condicional.


 Post scriptum

Sé que con este texto mucha gente se va a sentir decepcionada. Cualquier intento serio por acercase a la verdad acaba decepcionando inevitablemente, porque cuando algunos te toman como portavoz acaban intentando enclaustrarte en un corpus doctrinal y yo me resisto continuamente a ello. Ojo, no estoy diciendo que cueste un gran esfuerzo, al contrario, simplemente escribir pensando y no papagayeando es lo que espontáneamente me sale. Por eso, mucha gente al ver que "exijo a Podemos" pensará que estoy pidiendo el voto. Simplemente la gente no lee. El otro día desde el kirchnerismo (vid. comentarios, aquí) me acusaban de "pertenecer a la izquierda biempensante europoea". Quítele el bien y el europea (¿qué europea, si soy del Cabanyal?), hombre, y deje pensante. Simplemente. Es obvio que no me entendió porque proyectó lo que se suponía que yo tenía que decir sobre lo que dije. En ningún campo es tan necesario un enfoque materialista como en el de la comunicación: un texto dice lo que dice, su materia significante, y no lo que el autor o el lector pretenden poner allí desde sus pre-juicios sintéticos. Igual de necesario que en un psicoanálisis, vaya.

Soy un convencido de que la única posible construcción de lo común parte de una profunda radicalidad y que la radicalidad exige en su inicio el tributo de la soledad, de sostener el desafío de la desidentificación, de la desfamiliarización, de no adscribirse a ningún clan. Si de alguien desconfío definitivamente es de quien pretende unificar en el campo de lo imaginario a su familia con su opción política (y viceversa). Me parece el colmo de la demagogia. Pero esta actitud mía, inevitablemente, decepciona a los que te ubicaban en el clan propio y llena de ira a los que te ubicaban en el contrario. Por eso advierto, que ahora, en plena campaña electoral, no admitiré (ignoraré) insultos ni descalificaciones, como he hecho otras veces tanto de la hordas de hooligans pro-Podemos (véanse algunos ejemplos aquí, en los comentarios) ni de los haters anti-Podemos, que o bien obedecen a una cierta teoría de conspiración orto-izquierdista, o bien están resentidos porque sus aspiraciones personales no se han visto satisfechas, y que son tan dañinos como los anteriores. Aquí los borraré y en las redes sociales, simplemente, bloquearé a los que respondan en tono de ofensa o descalificación. Al contrario, toda discrepancia argumentada será bienvenida.

Addenda:

sábado, 12 de diciembre de 2015

Algunos apuntes sobre la democracia y sus representaciones (Crítica del Electoralismo Puro, 3)

Sobre Democracia y Populismo, lecciones del exterior.
I
En una democracia formal parlamentaria de mercado, un pueblo no habla a través de las elecciones. En todo caso, el electorado asume la representación de la sociedad civil y legitima a los que van a hablar en su nombre durante los próximos años. Las elecciones son vitales para una democracia. Pero, en una sociedad capitalista, son insuficientes para eso que se llama empoderar al pueblo. Igual de tramposo es pretender constituir a un pueblo sin sufragio universal, que pretender que el sufragio universal constituye por sí mismo al pueblo y que el pueblo, como concepto y como sujeto, se constituye por su identificación a esa mayoría. Lo social es mucho más complejo y el sujeto popular no es nunca auto-transparente.
No paro de oír a analistas de derechas congratulándose porque Maduro y Fernández han perdido las elecciones en sus respectivos países. Elecciones, por cierto, a las que nominalmente no se presentaban. Pese a que no tengo ninguna simpatía especial por ninguno de ambos, el argumentario neoliberal me exaspera. Como han perdido las elecciones, el pueblo ha hablado y los ha despreciado, se ha “desidentificado” de ellos. Con Venezuela, se llega al máximo del patetismo cuando se dice “el régimen ha perdido las elecciones” Señores, los regímenes nunca pierden las elecciones precisamente porque no las convocan. Cualquier españolito de más de cuarenta años les podría explicar esto por memoria. Y cualquier persona decente, por lógica. En Venezuela ha perdido un pésimo gobierno en un régimen formalmente democrático. Punto.  (10 de diciembre)

lunes, 7 de diciembre de 2015

Emociones electorales. (Crítica del electoralismo puro, 2)

Viendo uno tras otro los diversos programas televisivos dedicados a las elecciones, a mí lo que me preocupa realmente es observar cómo el dispositivo mediático iguala en su faz familiar y amable a todos los candidatos. En efecto, esos que llevan años robando -o encubriendo a los que roban- aparecen ahora como hombres y mujeres humanísimos. Y los que deberían haberse opuesto a ellos, construyendo un antagonismo firme y contundente, entrando al mismo trapo de la empatía humanísima y personalísima. Por eso, me ha sentado tan mal que Pablo Iglesias se avenga al teatrillo burgués, al vodevil de la campaña, como me ha sentado la pobreza de espíritu de IU/UP le haya llevado a protestar por no haber sido invitada a este aquelarre homogeneizador que lleva a la desafección por proximidad, que no por distanciamiento, que para veleidades brechtianas no está el capitalismo sentimental.  Y que se esté reivindicando desde el populismo de izquierdas el uso de lo sentimental, sin hacer sobre ello una mínima proyección analítica que permita contemplar el hecho de que el sentimentalismo (la autoayuda emparejada con el pathos del melodrama) ha sido sin duda el terreno que más fértilmente ha colonizado el capitalismo postfordista, y que no es posible utilizar las emociones en política sin un trabajo paralelo de descolonización del alma romántica.

(Continúa aquí: http://www.vlcnoticias.com/emociones-electorales-critica-del-electoralismo-puro-2/)

viernes, 4 de diciembre de 2015

Crítica del electoralismo puro (¿1?)


“El niño anciano observa desde la ventana los fuegos fatuos de la claridad”. 
(Jenaro Taléns).


Hace unos cuantos meses  escribí  esto:

“Nada somos por separado. El activista se convierte, si va por su cuenta, en un gamberro intrascendente; el militante, en miembro de una secta destructiva; el candidato, en un trepa corrupto; y el que tiene ínfulas de intelectual crítico, en un misántropo hosco, solitario y amargao.”

Hoy matizaría estas palabras. En esta campaña yo echo en falta sobre todo intelectuales. Veo palmeros, militantes, activistas, desencantados, haters y algunos indiferentes. Puede que menos que en otras convocatorias, siquiera sea por la novedad. Pero yo creo que hacen falta sobre todo intelectuales. Para ser exactos, 34.516.185 (según la oficina del censo electoral). En efecto, yo no creo que ser “intelectual” sea una profesión, una aptitud o mucho menos una posición jerárquica. No me interesa para nada esa división platónica del trabajo ni su República gobernada por los filósofos. Al contrario, vivimos en un entorno de virtuosismo y precariado postfordista, en el que encajaría muy mal semejante posición de encasillamiento pre-moderno. Para mí, la de intelectual, es una posición de sujeto, a no confundir tampoco con una subjetividad como se entiende en la filosofía política contemporánea normalmente. Es un lugar al alcance de cualquiera, porque no tiene que ver con la erudición, ni con el saber, ni es una posición exclusiva ni permanente. Es un punto de vista que creo que conviene adoptar y comprender y que implica que la pasión no niegue la lucidez. De igual modo, pienso que todos debemos en algún momento ocupar del activista o del militante para que la lucidez no nos lleve al desencanto, a la inacción o al resentimiento más amargo.