Para comenzar, decirte que disiento de la
cuestión de la incorrección política. Nadie suele haber más políticamente
correcto que quien empieza hablar reconociendo que va a provocar y ser
políticamente incorrecto. Es la exposición mejor argumentada sobre el tema que
he oído, probablemente, por eso se te puede discutir sin vociferar, ni
insultar, ni nada parecido. Evidentemente, yo estoy en radical desacuerdo
contigo. Dices que es inútil una lengua que no te permite “conocer gente nueva”.
Analicemos la frase ¿Qué entiendes por conocer y qué entiendes por gente nueva?
Para quien no los haya leído nunca, Horacio, Virgilio, Platón, Sófocles serían
gente nueva. Y para conocerlos de verdad habría que entender las lenguas más inútiles
de todas que según tu planteamiento serían,
porque ya no las habla nadie, las llamadas lenguas muertas.
Según tu razonamiento, el inglés sería la
lengua más útil de todas porque te permite conocer a mucha gente ¿Seguro? En
castellano y en otras lenguas, conocer implica una cierta complejidad, una
cierta profundidad. Conocer a alguien implica, no sólo “haber sido presentados”
sino que puede significar saber algo de esa persona, estar al tanto de su
singularidad. Pues bien si lo traduces, el inglés no te permite conocer a mucha
gente, sino “meeting a lot of people”. No es lo mismo. Conocer a alguien se le
conoce a través de su lengua. Conocer a los ingleses a través de su lengua está
muy bien. Ahora, es un placer al que ellos han renunciado, porque como todo el
mundo se ha lanzado a comunicarse (algo completamente distinto de de conocerse) en inglés, resulta que ellos
han renunciado completamente a aprender ninguna otra lengua, porque no les hace falta. Total que son
capaces “to meet a lot of people” pero, si rascas un poquito, te darás cuenta
que en realidad no conocen a nadie. A ese esfuerzo han renunciado: ya se
esforzarán los demás.
Ahora bien, lo más falaz de todo es pretender
que porque te entiendes en inglés con alguien cuya lengua nativa (lengua madre, dicen algunos también) no lo es lo estás
conociendo. Ése sí, es un punto de encuentro totalmente engañoso. No hay más que ver a un montón de erasmus o de turistas en esos países cuya lengua no les interesa mucho, porque sabiéndola no van a conocer a "mucha" gente "nueva". Son como esos singles y algunos matrimonios que se han recorrido los cinco continentes y cuando les dices que te cuenten de sus viajes sólo te pueden hablar de si los hoteles eran cómodos o no y el colmo de su refinamiento gastronómico es contarte si la comida estaba picante.
Muy práctico eso de "entenderse en inglés",
muy “útil”, pero muy alienante, donde dos personas se vacían completamente en una vertiente exclusivamente práctica y, por lo tanto absolutamente superficial,de la relación.
Hace tres años estuve en China unas semanas y me hacía gracia como la gente te
miraba raro cuando intentabas entenderte
con ellos en inglés. Como diciendo, “aprende tú mi lengua que yo no tengo
por qué aprender la tuya”. Me encontré intentando explicarles que tampoco era mi
lengua, sino una especie de código internacional para hacer turismo “and to
meet a lot of people”, desde luego, poco útil para conocer a nadie. Al final,
aprendí a decir 冰镇啤酒。, para no morir de sed, y 谢谢 para ser mínimamente polite, y la única
palabra que mantuve en inglés fue fork,
-absolutamente esencial para no morir de inanición si, como yo, eres un inútil
con los palillos- precisamente porque en chino no existe el concepto. En cuanto a compras y precios, una solución mucho más útil: no hay tienda o puesto del mercado en China cuyo propietario no tenga en la mano una calculadora para marcarte el precio en yuanes. Puestos a ser prácticos, olvidemos todas las lenguas y postulemos la aritmética como código internacional.
Efectivamente,
los chinos nos dan una buena lección: “entenderse con”, no es lo mismo que
entenderse, ni que entender a alguien. Y defender y fomentar la
pluralidad de las lenguas es una estrategia de resistencia, es apostar por la universalidad frente a una aplastante globalidad neoliberal. Porque yo no
concibo una proyección universal si no es partiendo desde lo insobornablemente
singular y particular. Olvidar los orígenes no es universalizarse es
homogeneizarse. Hablas de que nacer en un lugar u otro es una pura contigencia.
Por supuesto, como el color de la piel o la orientación sexual, por ejemplo. Lo
importante es, una vez que te encuentras estas cosas qué haces con ellas. Puedes
ser homosexual y elegir vivir libremente tu sexualidad y reivindicarla como un
derecho, u ocultarla, casarte con alguien del sexo opuesto para cubrir las apariencias y militar en un
partido homófobo. La diferencia entre esas dos posturas se llama ética y la ética es lo más útil que
conozco. La
ética consiste en la posición de absoluta libertad del sujeto frente al hecho
de la imposibilidad de su absoluta autonomía. Nos encontramos (meet) las cosas, los lugares, las gentes
y los hechos; de nosotros depende si además queremos reconocerlos y conocernos
en ellos.
Yo soy valenciano. Y me pasa como a ti con Galicia, porque por familia y
ambiente soy castellano-parlante. Con el agravante de que por edad nunca pude
estudiar la lengua de mi país en el colegio, porque estaba prohibido. Recuerdo
que por allá por mediados de los 70 un grupo de compañeros nos reunimos alrededor
de un profesor que se ofreció a darnos unas clases al acabar el horario
escolar, con auténtico fervor. Estudiar la lengua de nuestro pueblo era una
ventana hacia la libertad. Era una forma de encarar lo universal desde la
responsabilidad de nuestra particularidad. Ser valenciano era ser algo, por
fin. Luego lo seguí estudiando en la universidad y practicando siempre, como hacemos en los territorios bilingües, alternando una lengua y otra con total naturalidad. Mi opción es defender la forma de hablar el catalán que tenemos por estas
tierras, que me parece mucho más útil que estas actitudes de autoodio, típicas
del partido que lleva veinte años gobernando por aquí.
Un día que esté de mejor humor, igual te
hablo de nuestra inveterada alcaldesa, en el amplio espectro de su
doble moral.
No debería haber alguien más nuevo que
nos interese conocer que a nosotros mismos. Disculpa que te lo diga, pero en ese afán de turista inane, de conocer (to meet) mucha gente no puedo dejar de leer algo de ignorante prepotencia. ¿Para qué querríamos encontrarnos con tantos objetos (gente) de una supuesta relación, si no hemos sido capaces de construirnos como sujetos capaces de mantenerla? Construir lo que hace falta es el trabajo del conocimiento. Por eso, nadie más sobrao que un ignorante. Nada le hace falta.
Cierto, los ciudadanos del mundo lo son porque no tienen
raíces, tienen pies. Pero también es cierto que lo son porque tienen memoria.
Un desmemoriado que odia su propio origen no es más que un lugareño sin lugar,
que un lunático que va por el mundo sin conocer a nadie, porque puede
encontrarse objetos (la gente nueva) pero no puede relacionarse con ellos como
sujeto, es un paleto internacionalizado. He could meet a lot of people, but not knowing anyone else. Fue el gran consejo socrático: conócete
a ti mismo. Porque si te olvidas de ti no podrás conocer nada. Serás un
zombie turístico e inútil en un eterno peregrinaje entre no lugares.
Defender la propia lengua
es una estrategia de resistencia. Defender lo apráctico, el arte, lo creativo, lo
distinto, también. Defender lo particular es el único camino digno hacia lo
universal. De nada vale conocer a mucha gente si no tienes memoria, si no
tienes nada que contarles y aportarles, si no tienes un lugar para conservar el tesoro de la experiencia. De poco vale aprender una lengua para
comunicarte, si no te sirve para expresarte. Eso no es conocer a gente nueva,
eso es hacer business contacts,
networking, no “netliving”, palabra que me acabo de inventar porque en inglés,
simplemente, no existe.
(Relacionado con este texto)
¿Sabes? Me niego a aceptar la definición de idioma inútil. Ninguna lengua lo es mientras dos personas puedan comunicarse. Establecer la utilidad de una lengua en base al número de hablantes es hacer trampa porque no me sirve de nada si no voy a estar en contacto con hablantes de ese idioma (el chino mandarín tiene más hablantes que el inglés). Comparar el saber una lengua con el deseo de aprender otra también porque nadie debería ser tan corto como para despreciar una lengua que le es útil y todas lo son, empezando por la que te permite comunicarte en tu lugar de nacimiento. Mantener una lengua materna es comprender una cosmovisión particular. Esto es riqueza cultural. Aunque no se coma, la cultura, también tiene utilidad (puestos a hablar en términos mercantilistas). Con todo, cada cual es muy libre de escoger la opción que prefiera. Al menos yo así entiendo la libertad.
ResponderEliminarEn efecto, Josep Galbas. Esa es mi tesis en toda esta entrada. Cada lengua expresa una visión del mundo única y una de las principales tareas que tiene un ser humanto es conservar su lengua y su cultura. Practicarlas, desarrollarlas, defenderlas. Es lo más universal que nos es dado hacer.
ResponderEliminarMuy bueno, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarToda una lección filosófica, en base a un dislate, de un lector gesticulante y enfático, en el que personalmente jamás hubiese parado aunque me lo pusieran delante "per se", si no es por este trabajo. Que pos supuesto, agradezco.
ResponderEliminarUn saludo
Coincido totalmente con cada palabra de éstearticulo. GGracias por demostrarme que no estoy loco por apreciar y valorar mi segunda lengua, el catalán lo hable aquí, en Catalunya, en Baleares, en Madrid o Marbella...
ResponderEliminar