martes, 10 de junio de 2014

Sobre la lealtad


(dos poemillas huérfanos....)

 Camarada


Considerar a alguien camarada
es el primer paso para acabar
inexorablemente considerándolo un traidor.
Es culpable el acto alucinatorio
de creer que alguien está mirando
por nuestros propios ojos.
Y que empeñará su vida y hacienda
en cargar contra los gigantes
que sólo uno ve,
sin llegar a llamarlo loco.
Bufón crucificado
en las aspas cimbreantes,
mientras los que uno creyó
hermanos de sangre
miran hacia otro lado con desprecio,
o arrojan piedras bien apuntadas
contra las mataduras que uno lleva
en la piel con dolor y cierto orgullo.
Cabrones, os escupo.
Una ráfaga mortífera de molares resquebrajados.

 *

Es dolorosa tu importancia.
Y el ciclo vital que la culmina.
Me duelen los huesos de emularte,
pero no tengo otra opción.
Cuando llegue a donde tú te encuentras,
volveré el rostro hacia otra parte,
esgrimiré armas que no esperas
contra enemigos que ni has visto.
Yo te tendré la ley
que se tienen los bien nacidos.
Tú me llamarás ingrato.
Tal vez, con toda la razón.



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