(viene de aquí)
VII. La información, los sujetos, las comunidades de goce.
Evidentemente, lo que originó la polémica que aquí estamos discutiendo fue
una noticia muy concreta, perteneciente al género político. En el espacio de la
comunicación pública y de la información política, la reiteración de la
información, la insistencia en ciertos hechos (lo cual siempre implica una
selección) remite continuamente a la enunciación, la caracteriza y condiciona
todas las interpretaciones de los enunciados que de ella provengan. Ello tiene
en los sistemas liberal parlamentarios, es decir, bipartidistas, una resonancia
anquilosadamente estructurada en comunidades de goce. Ante cualquier
denuncia de los abusos del poder, los periodistas, los políticos y los
(e)lectores de derechas contestan a lo que consideran una cantinela con otra:
“ya están estos rojos dando el coñazo; te recuerdo que la izquierda también…” Y
ello independientemente de los hechos, los datos y la información y las
encuestas de intención de voto, que puedan esgrimirse. La denuncia pública,
informativa, funciona como la famosa “doble inscripción freudiana”: es una
sobreinterpretación. Añadir más información a la información no rectifica la
posición del sujeto ni es semilla de ninguna transformación de la realidad. La
opinión pública es el espejo en que se deforman los hechos, en el que se genera
su congelamiento y su impotencia para acceder a la dignidad de la verdad y tener sus
efectos.
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