domingo, 13 de diciembre de 2015

LE EXIJO A PODEMOS. #éselmoment



“Casi” con total seguridad, voy a votar a Podemos. Como mucha gente, porque no nos queda otra. Sobre todo en la “periferia”, donde se ha unido con fuerzas que podrían ser su alternativa. No voy a entrar a discutir los porqués y los cómos. Si en ello han influido las cada vez más evidentes ambiciones personales de Mónica Oltra, por ejemplo, porque si de verdad hubieran querido unir el voto hubieran "confluido" con UP/IU, que en el País Valenciano están electoralmente desahuciados por el momento, creo sinceramente que más por sus propios errores que por otra cosa. Como he dicho en más de una ocasión, votar es un acto impuro y aspirar a que la fuerza a la que votas colme tus expectativas políticas es, al fin y al cabo, una aspiración totalitaria. Las elecciones pasarán y habrá que seguir bregando, cada uno como mejor sepa. Las elecciones son un campo de batalla, y la disputa por la verdad es otro. Parafraseando a Clausewitz, podríamos decir que la verdad es la continuación de la política por otros medios.

Partiendo de ese supuesto, y dado que Podemos ha decidido jugárselo todo a la carta electoral y constituirse, de cara a la opinión pública, como una opción electoral estándar más, me atrevo a plantearle una exigencia como votante que desgraciadamente, nunca hubiera podido presentarle como militante: LE EXIJO A PODEMOS UN ENFRENTAMIENTO TOTAL Y FRONTAL A CIUDADANOS

Creo que ya no es el momento de melifluos y aflautados “sísepuedes”, ya no es momento de hablar sólo de ilusión y de cantos adolescentes de fraternidad y amor. Es el momento del ANTAGONISMO en el más contundente,  honesto, y estratégicamente oficial sentido de la palabra. Es el momento de volver a las raíces -si no organizativas, al menos político-discursivas- y plantearse un enfrentamiento radical a la casta. Y darse cuenta de que el bipartidismo tiene una nueva faz. Cambiar el antagonismo izquierda / derecha por el paripé vieja vs. nueva política es, eso sí, un engaño en toda regla

Es la hora de la confrontación. No aspiro a votar a quien vaya a ganar unas elecciones por mayoría absoluta. Pero tampoco aspiro a votar a quien quiere ser nada más que otro elemento del Bipartidismo2 y convertirse en su cuarta fuerza política. #éselmoment de la confrontación, de que Podemos y Compromís no sean una fuerza política más, sino la Otra fuerza política, la que permite al pueblo operar más allá de una idea banal de la representación calculada. No entro, en la impureza de mi voto, a cuestionar programas, recetas y actitudes (de las listas plancha al fichaje de estrellas “independientes”). El programismo ha demostrado ser el germen de toda discordia en la izquierda y no quiero más izquierda discordante consigo misma, sino una política de la confrontación verdadera, siendo que la verdad es una construcción discursiva y contingente.

Hemos visto algunas de las propuestas de Ciudadanos que van saliendo a la luz. El contrato único (que llevaría a la mayor precarización de los trabajadores que se haya vivido nunca en este país), la propuesta de que RTVV emita en inglés (no olvidemos que el origen de C’s es la extrema derecha neoliberal españolista catalana), las ansias de intervención militar, las intenciones de desfuncionarizar a los profesores (¿dónde quedaría la dignidad y la libertad de enseñanza en ese caso?¿pensamos en paralelo en dónde ha quedado la libertad y la dignidad de los trabajadores de los medios de comunicación públicos, constituidos en su mayoría por “no funcionarios” puestos a dedo por los gobiernos de turno, para hacernos una idea?). En suma, un totalitarismo gélido y calculadamente destructivo de cualquier posibilidad de control político y público que propicie una hegemonía del pueblo.
Por eso, le exijo a Pablo Iglesias que muestre un distanciamiento total y una discrepancia radical y contundente frente a Albert Rivera, y deje de permitir esa connivente asociación “yoamoalaurística” que los equipara a ambos como jóvenes y prometedores “nuevos políticos”. C’s es la suma expresión de los valores  lo que antes se llamaba la casta y que Podemos nació para combatir. Y le exijo a Compromís que no olvide que el cosmopaletismo ultra-liberal de C’s es el principal peligro para los valencianos. Y quede que digo EXIJO, como se suele dirigir uno a los poderes establecidos y no, pongo como condición. Condición no les pongo ninguna, ni admito ninguna. Después de las elecciones veremos, porque la verdad, siendo contingente, no es relativa ni condicional.


 Post scriptum

Sé que con este texto mucha gente se va a sentir decepcionada. Cualquier intento serio por acercase a la verdad acaba decepcionando inevitablemente, porque cuando algunos te toman como portavoz acaban intentando enclaustrarte en un corpus doctrinal y yo me resisto continuamente a ello. Ojo, no estoy diciendo que cueste un gran esfuerzo, al contrario, simplemente escribir pensando y no papagayeando es lo que espontáneamente me sale. Por eso, mucha gente al ver que "exijo a Podemos" pensará que estoy pidiendo el voto. Simplemente la gente no lee. El otro día desde el kirchnerismo (vid. comentarios, aquí) me acusaban de "pertenecer a la izquierda biempensante europoea". Quítele el bien y el europea (¿qué europea, si soy del Cabanyal?), hombre, y deje pensante. Simplemente. Es obvio que no me entendió porque proyectó lo que se suponía que yo tenía que decir sobre lo que dije. En ningún campo es tan necesario un enfoque materialista como en el de la comunicación: un texto dice lo que dice, su materia significante, y no lo que el autor o el lector pretenden poner allí desde sus pre-juicios sintéticos. Igual de necesario que en un psicoanálisis, vaya.

Soy un convencido de que la única posible construcción de lo común parte de una profunda radicalidad y que la radicalidad exige en su inicio el tributo de la soledad, de sostener el desafío de la desidentificación, de la desfamiliarización, de no adscribirse a ningún clan. Si de alguien desconfío definitivamente es de quien pretende unificar en el campo de lo imaginario a su familia con su opción política (y viceversa). Me parece el colmo de la demagogia. Pero esta actitud mía, inevitablemente, decepciona a los que te ubicaban en el clan propio y llena de ira a los que te ubicaban en el contrario. Por eso advierto, que ahora, en plena campaña electoral, no admitiré (ignoraré) insultos ni descalificaciones, como he hecho otras veces tanto de la hordas de hooligans pro-Podemos (véanse algunos ejemplos aquí, en los comentarios) ni de los haters anti-Podemos, que o bien obedecen a una cierta teoría de conspiración orto-izquierdista, o bien están resentidos porque sus aspiraciones personales no se han visto satisfechas, y que son tan dañinos como los anteriores. Aquí los borraré y en las redes sociales, simplemente, bloquearé a los que respondan en tono de ofensa o descalificación. Al contrario, toda discrepancia argumentada será bienvenida.

Addenda:

2 comentarios:

  1. Entiendo perfectamente el motivo de tu exijencia y apoyo la mayor parte de lo que defiendes. Conozco a más de un@ que no está del todo satisfech@ con el hecho de que Podemos no se esté mostrando y definiendo como lo que algunos nos gustaría, 'otra' fuerza política. Sin embargo, personalmente considero que se está tratándo de mover inteligentemente, en el terreno de lo seguro para no poder apoyo, o como dice Pablo, para no cometer los mismo errores por los que la izquierda siempre ha sido vencida. Camuflado bajo la aparencia de un cambio que no implique una alternativa al sistema, sino un motor para la reforma y limpieza del mismo. Tengo la esperanza de que empiece como limpieza profunda y continúe como "restructuración" del sistema (notesé que las comillas y la palabra empleada sirven para no inquietar a aquell@s que saben que hace falta un cambio pero que en realidad temen al verdadero cambio, el que que hace nada sea como era antes, el que realmente necesita este mundo).
    Andrés Piqueras escribió un articulo muy interesante relacionado con el tema que nos concierne (la izquierda integral frente a la izquierda integrada -populismos, eurocomunismo, UE y hegemonías-) llamado 'La importancia de la política en grande', publicado en rebelion.org para quien que le interese.
    En cualquier caso, me veo como tú, votando a Podemos porque no me queda otra y porque como tú dices, "aspirar a que la fuerza a la que votas colme tus expectativas políticas es, al fin y al cabo, una aspiración totalitaria". No puedo estar más de acuerdo. No obstante, Podemos es el primer partido político que me devuelve la esperanza y pase lo que pase en este terreno y tras las elecciones, lucharé por mantener la esperanza viva.

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    1. Quienes consideramos que nuestra sociedad necesita cambios radicales, estructurales, profundos, seguimos esperando que alguno de los políticos, que cuentan para los medios de comunicación, los pongan sobre la mesa.
      Hace algún tiempo escribí: “no podemos conformarnos sólo con salir de la actual depresión, con reparar una vez más este sistema económico y político, que ha sido defectuosamente construido, que funciona mal, incluso perniciosamente mal, y que amenaza con llevarnos al desastre. No debemos engañarnos haciéndonos creer que el sistema es bueno, que han sido los errores de los dirigentes los que han provocado la lamentable situación en la que nos encontramos, que todo se solucionará cuando otros gobernantes más capaces tomen el mando”.
      Era de esperar que los partidos tradicionales y sus líderes se dedicasen exclusivamente a ofrecer soluciones de gobernanza, para reparar las graves averías y paliar los nocivos quebrantos; pero, resulta decepcionante que los nuevos partidos hayan entrado en el juego de hacerse un sitio en la política antes de arriesgarse con una apuesta tan determinante y definitiva. Tal vez, no creen en ella.
      Ya sabemos que las revoluciones siempre han sido hechas por una clase media muy concienciada que tomaba la determinación de instruir y movilizar a las masas, durante mucho tiempo oprimidas y depauperadas. Queda fuera de toda duda que ninguna de estas dos circunstancias (“muy concienciada” y “durante mucho tiempo”) se manifiesta actualmente en nuestro país.
      Dada esta coyuntura, difícilmente un partido político, que apueste por unos cambios radicales, podrá ganar las elecciones -algunos ya contamos con ello-, pero estoy seguro de que propiciaría generosamente el avance en el proceso de concienciación y adoctrinamiento.
      Tampoco parece probable que puedan ganar las elecciones quienes están rivalizando por hacerse un sitio como un miembro más de la partidocracia. Con su salida furibunda al terreno de la política Podemos consiguió agenciarse con los votos de Izquierda Unida. Con un discurso moderado sus dirigentes esperan atraer hacia su partido los votos del PSOE. Lograrán, sin duda, algunos puestos de trabajo bien remunerados, pero perderán, seguro, mucha credibilidad.
      La izquierda volverá nuevamente a perder una oportunidad importante; y no se trata de que no consiga ganar las elecciones -lo que parece que va a ocurrir-, se trata de que podríamos haber andado juntos un buen trecho del camino que necesitamos recorrer.

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