Viendo uno tras otro los diversos programas televisivos dedicados a las
elecciones, a mí lo que me preocupa realmente es observar cómo el
dispositivo mediático iguala en su faz familiar y amable a todos los
candidatos. En efecto, esos que llevan años robando -o encubriendo a los
que roban- aparecen ahora como hombres y mujeres humanísimos. Y los que
deberían haberse opuesto a ellos, construyendo un antagonismo firme y
contundente, entrando al mismo trapo de la empatía humanísima y
personalísima. Por eso, me ha sentado tan mal que Pablo Iglesias se
avenga al teatrillo burgués, al vodevil de la campaña, como me ha
sentado la pobreza de espíritu de IU/UP le haya llevado a protestar por
no haber sido invitada a este aquelarre homogeneizador que lleva a la
desafección por proximidad, que no por distanciamiento, que para
veleidades brechtianas no está el capitalismo sentimental. Y que se
esté reivindicando desde el populismo de izquierdas el uso de lo
sentimental, sin hacer sobre ello una mínima proyección analítica que
permita contemplar el hecho de que el sentimentalismo (la autoayuda
emparejada con el pathos del melodrama) ha sido sin duda el
terreno que más fértilmente ha colonizado el capitalismo postfordista, y
que no es posible utilizar las emociones en política sin un trabajo
paralelo de descolonización del alma romántica.
(Continúa aquí: http://www.vlcnoticias.com/emociones-electorales-critica-del-electoralismo-puro-2/)
No hay comentarios:
Publicar un comentario