sábado, 19 de diciembre de 2015

La dimensión del puñetazo.

Ayer, cuando vi el puñetazo que le dieron Rajoy, sentí como si me lo hubieran dado a mí personalmente. Vaya por delante mi absoluto rechazo moral y político a cualquier uso de la violencia. Pero no estoy hablando de eso, precisamente. Estoy hablando de la dimensión más banalmente semiótica y psicológica del hecho. Yo, que me las doy de listo y experimentado en el análisis (y por lo tanto en la capacidad de distanciarme) del discurso, me sentí automáticamente identificado con una víctima audiovisual, que tiene ganado mi absoluto desprecio y odio político por cómo ha usado él esa misma violencia política, policial, económica, bancaria y administrativa contra la sociedad que gobierna y a la que pertenezco. Imaginen lo que habrá sentido quien no tenga esos instrumentos de distanciamiento crítico.

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