Ahora en Común es una opción desesperada. Y ello está muy bien, porque
la esperanza es una pasión muy tóxica. Produce alucinaciones. Y es el
origen de comportamientos rastreros, de cortesano yonqui. Durante meses,
muchos hemos visto que Podemos ni era el instrumento, ni era el lugar.
Y, sin embargo, ahí ha seguido la gente. Al pie del cañón, batallando,
denunciando, discutiendo, implorando hacerse reconocer por el Otro que no
existe y por sus comités de ética. Incluso ahora, que parece estar
articulándose una alternativa -seguro que también muy defectuosa porque
es un simple apaño puntual y no una gran herramienta para radicalizar la
democracia enraizándose en el pueblo, como era el Podemos anterior a
Vistalegre-, hay gente que sigue intentado discutir con los gerifaltes
del núcleo irradiador, que como decía el otro día un amigo, no pasan de
ser sesenta personas, para que sigan soltando proclamas en su pedestal
hierático. Ni discuten, ni contestan.
Lo que a mí me hizo alejarme
definitivamente de Podemos no fue la cúpula. Fueron algunos de sus
críticos. Hasta hace algunas semanas, yo estaba en contacto con, creo,
la mayoría de corrientes críticas dentro de Podemos. No me decantaba por
ninguna, porque a su vez, estas mismas corrientes llevaban en sus venas
el veneno cqp y estaban compitiendo entre ellas, incapacitadas para
hacer un frente común contra la cúpula. Como me dijo otro amigo, por más
acrobacias geométricas que se intenten, es imposible encajar un círculo
en una pirámide.
Ahora, sigue preocupándome que ciertas mentes
críticas sigan con el virus de la esperanza y la bacteria del miedo
inoculadas. Veo aún a gente válida dirigiéndose a discutir con los
miembros de la segunda fila. Y veo que éstos siguen haciendo lo de
siempre, repetir consignas que se difunden ad infinitum e ignorando
cualquier argumento. Sí, señores. El “cuñadismo” se ha apropiado
definitivamente de Podemos. Papagayos que repiten clichés con el porte
severo de quien ha llegado a ellos a través de profundas reflexiones,
cuando no han hecho más que empaparse de La Tuerka y regurgitar lo que
ni entienden ni son capaces de procesar.
La solución no está en
pensar electoralmente. Si Podemos tiene capacidad de ganar o no,
haciendo quinielillas de casino. Hay supuestos críticos que siguen ahí,
a ver si cae alguna migaja, babeando discusiones pero evitando
cualquier enfrentamiento radical con la cúpula “por si acaso”. Hay mucha
ambición frustrada entre algunos que todavía esperan y desean que
Podemos saque un gran resultado por si al final consiguen colocarse.
Para mí, se acabó. Si gana el actual Podemos, el de las planchas, el de
las listas de fieles y political stars de relumbrón capturadas a la
izquierda, si ganan ellos, sólo ganan ellos. El núcleo irradiador
triunfa y a los demás nos queda el papelón de seducidos y mancillados.
No es mi proyecto.
Ahora en Común ha nacido de una muy saludable
falta de esperanza. De la convicción definitiva de que el actual Podemos
es una apuesta de un núcleo reducidísimo por hacerse con Poder (ya no,
con “el Poder”) y no una apuesta multitudinaria. Ya les vendrán los
problemas con los fieles cuando vean que el gran líder tontea con las
stars y a ellos se les pide que sigan canturreando abstrusos mantras
populistas. Es imposible que haya sitio para todos en la cumbre de esa
pirámide puntiaguda. La solución popular, el camino del común está hoy
fuera de Podemos y no hay otra posibilidad de hacer un corte en el bucle verticalista que desde el exterior del anudamiento institucional. Ya era hora de que nos diéramos cuenta. Y ya es hora
de que dejemos que cacareen sus descalificaciones. Que si está IU
detrás, que si los medios lo apoyan. Yo he leído a algunos miembros de
la segunda fila decir que si Manuela Carmena ganó fue porque El País le
hizo la campaña. Señores de Podemos, ya está bien de tics denunciantes de
vieja izquierda avinagrada. Durante todo este tiempo, he sentido que el
gran enemigo de la cúpula contra el que lanzaba a sus puyas y palmeros
sin piedad era la crítica interna. No nos acusen ahora de favorecer
electoralmente a la casta ni de otras zarandajas, porque han demostrado
que el gran enemigo era la calle y la gente, no aquellos contra los que
nacieron para combatir. Muchos esperábamos otra cosa. Gracias por acabar
de decepcionarnos con su siniestro sistema electoral, que es lo que nos ha demostrado, ya sin dudas, que desde dentro de Podemos nada queda por hacer. Ello nos va a
permitir seguir trabajando con entusiasmo, esto es, sin vanas esperanzas.
Pero es la gente la que ha querido conformar un partido como el que se describe, en un intento desesperado por mantener el status quo luchando por la imposibilidad de lograr una unidad popular. La sociedad ha construido Podemos, sus militantes han compuesto Podemos. Quieren Poder, el que le corresponde según la Historia. ¿Por qué luchar por desmontar lo establecido y quedarse sin sus cuotas? No creo que en lo íntimo de cada dirigente de Podemos ni en lo íntimo de cada uno de sus afiliados que quieren tener cargos -y más cargos-, y participar de las sombras del Poder, y lograr ser como los demás partidos, haya pasado ni por la imaginación -sí por el discurso cara a la calle y a los votantes- el convertirse un un organismo capaz de cambiar el país a mejor, romper con la monotonía de la corrupción, del sistema, de las guerras. Les basta con alcanzar sus pequeños trocitos de Poder, ser partícipes de lo que les enseñaron en grises y ocres en los manuales de Historia en el colegio, esos donde había Poder, donde se olía a Poder entre tantas armas y tantos dictadores. El problema es el Poder, no quien lo ostente.
ResponderEliminar