martes, 5 de julio de 2016

Sobre transversalidad, símbolos identitarios y significantes vacíos (apuntes fragmentarios).



  Comentarios.

  •  Dos cositas, hala: 1) La transversalidad es profundamente, no ya anti-izquierdista o anti-progresita: es radicalmente anti-populista. Transversalizar es entrar en la dinámica de la flotabilidad. Siginificantes hinchados de viento, son los significantes flotantes,que son precisamente los más transversales. Un significante vacío, si ha de ser origen de una cadena equivalencial contrahegemónica no puede estar basado en una especie de polivalencia transversal (democracia, libertad, bienestar, o justitcia, por ejemplo). Si ha de ser contra-hegemónico ha de fundar un nuevo sentido común vaciándose de esa hinchazón semántica y convirtiéndose en metafórico (diríamos incluso catacrético, algo que nombra una realidad nueva), para incoar una invención. La transversalidad, pues, no puede fundar un nuevo antagonismo, no puede más que burocratizar las demandas, no convertirlas en populares. Es por tanto, anti-populista: la masa transversalizada es una especie masa desmovilizada. No hay nada más transversal que el dinero (como signo) y la sociedad de consumo.
    2) Lo diría de cualquier miembro de cualquier partido (del Psoe, por ejemplo) si hubiera declarado lo que le he oído hoy a Errejón: que Podemos puede llegar al gobierno si deja de dar miedo, si se desradicaliza, esto es, se transversaliza. Como lo diría de un barón del Psoe, pues también lo digo de él: ERREJÓN ES ES UN FACHA. Fíjense que no digo fascista, digo FACHA. Un "cuñao" apolítico de derechas. ¿Alguien podría explicarle a este señor que si Podemos no ha sacado el resultado político y electoral que esperaba no ha sido porque dé miedo, sino porque no produce ninguna ilusión, ningún entusiasmo? Ha dicho concretamente "un Podemos menos sexy". ¿Dónde queda aquello de la seducción del "núcleo irradiador"? Qué tirria le tengo al tipo, en serio. Me lo imagino montando un partido en coalición con Revilla y diciéndole: Miguelito, ojo con esa lengua que te pasas de rojeras.
    3) Se pueden dividir los papeles de poli bueno, poli rojo, poli centrista, poli transversal, poli populista, poli horizontalista y poli verticalista como quieran, pero desde hace dos años, y desde Vistalegre sin duda, tengo muy claro que Iglesias, Monedero y Errejón son exactamente lo mismo, comparten la misma epistemología y la misma visión simplista y maniquea del mundo. Podemos sólo se puede cambiar con un nuevo congreso neofundacional, no eligiendo entre lobos de la misma mandada.

    Chico, mira, al final han sido tres. Me he embalao. (4 de julio)
  •  Es la maldición (el mal-decir) moderno, de la Época de la Imagen del Mundo en la que "la moderna relación con lo ente se convierte, en su despliegue decisivo, en una confrontación de diferentes visiones del mundo muy concretas" (Heidegger): el error del otro se concibe como culpa y obedece a una razón muy sencilla que yo ya había pre-visto; el error propio, sin embargo, "obdece a una trama compleja de causas y (sobre)determinaciones que ni yo ni nadie habría podido prever", esto es, como inocencia. (3 de julio)
  •  Un significante vacío es un acontecimiento, una emergencia de lo político, y exige intepretación y posicionamiento. No un evento espectacularmente y estratégicamente tratado como parte de una concepción política pre-programada. Si es así, es un significante flotante porque está pre-producido por la abstracción idealista del significado. Un significante vacío, pre-existe a su sentido político, no puede derivar de un siginificado abstracto, al contrario, el significado es una inferencia imaginaria a partir del significante. (2 de julio)
  •  ¿Qué os parece más grave? ¿Renunciar a los símbolos y al ideal republicano y que lo aproveche el Psoe (PCE 70/80)? ¿O renunciar a ser de izquierdas y que lo rentabilice el PP (Podemos dosmildieces)? ‪#‎preguntitassinmalaintenciónhombrenovayasasermalpensao‬ Simplemente digo, que si en los setenta la renuncia identitaria fue fácil (relativamente) y práctica, lo que hay que preguntarse es por qué no está funcionando ahora. Igual lo errado es el diagnóstico y, de ahí, el fracaso de la estrategia. No es lo mismo renunciar para el consenso (años 70) que renunciar para el desbordamiento, esto es, para fundar un nuevo antagonismo. No puedes renunciar a símbolos fuertes y con tradición si no tienes nada con qué sustituirlos (significantes vacíos), porque no es posible fundar un antagonismo con significantes flotantes -transversales-, aunque para buscar el consenso funcionara....
    Un significante vacío no se puede inventar. Para vaciarse de significado, debe tener una tradición. Por eso la transversalidad es radicalmente antipopulista. ¿No hubiera sido más fácil vaciar de significado significantes como "lucha de clases" o "clase obrera" para extenderlos mucho más allá del ámbito doctrinario del marxismo ortodoxo, que empeñarse en erradicarlos y tomar en su lugar significantes como "patria", absolutamente manchado por el centralismo fascista y borbónico? Un significante no son unas letras (o sonidos) es un nódulo, un enclave enciclopédico (en el sentido que usa este concepto Umberto Eco para definir al semema)
    No sé si me explico. Si no, lo vuelvo a intentar porque si de algo estoy hartito es de malas interpretaciones. (1 de julio)
  •  Una preguntita: para el transversalismo de Podemos, ¿ser de izquierdas es malo o sólo poco práctico? Si contestaran, adelantaríamos un huevo. (1 de julio)
  •  Perdón porque no he leído todos los comentarios y a lo mejor repito algo ya dicho. Pero yo veo que en este razonamiento veo una confusión de dos niveles de discurso que es muy poco clarificadora. Esto de las identidades y los símbolos queda muy bien como reproche contra políticos profesionales y regular contra militantes. Pero aplicar este razonamiento ¡a 1.000.000 de personas! me parece poquito práctico, la verdad. Si hay un millón de votantes que se niegan a votar a Podemos, quien se lo tiene que hacer mirar es Podemos, no el millón de supuestos identitiarios. Si hubieran tantos izquierdistas capaces de poner una cierta concepción de la coherencia discursiva por delante de su voto, seríamos el abanderado de la revuelta popular en occidente. Porque lo que sí que tengo claro es que quien ha votado por una cuestión de identidad (españolista y neoliberal) son los que han votado al PP, precisamente porque se han visto amenazados en ella. Por cierto, yo voté ‪#‎alavalenciana‬ y jamás he estado en IU ni he tenido la tentación. Fue el PCE el primero que aceptó negociar con las señas de identidad hace 40 años, por cierto. Y el primero en hacer creer que no había más izquierda que ellos.... (1 de julio)
    • Respuesta a este comentario de Germán Cano:  
      •  Si es cierto que una parte del millón de votos "desaparecidos" procede de un electorado identitariamente fiel a la izquierda que contempló como desnaturalización la coalición con Podemos, debemos concluir que existe una patología muy preocupante en esta izquierda: "antes muerto que abandonar mis siglas de identidad". Difícil veo avanzar con este lastre.
  • Cada vez que veo anunciar un caldo de pescao cutre como "caldo de paella" lanzaría 20 veinte bombas de Hiroshima sobre La cibeles. Gatitos, no morirían más que los que mueren cada vez que emiten el anuncio. Si alguien se molesta, KEEP CALM AND EAT UNOS CALLOS CON PELOS. (30 de junio)






Definiciones (De un artículo mío que saldrá en breve)

Ya hemos visto cómo Laclau y Mouffe realizan un trabajo de acercamiento de la estrategia socialista al campo de la hegemonía. Y lo hacen a través de una serie de términos provenientes de las ciencias del lenguaje que devienen esenciales para el análisis político postmarxista (Ernesto Laclau, 1993). Puede que la noción de significante vacío, que permite iniciar una cadena equivalencial que articule una posición hegemónica, sea el más relevante de ellos:

¿Qué sería un significante vacío en el sentido más literal del término? Sería un significante al cual no le correspondería ningún significado. Pero un significante sin relación con el proceso de significación, no pertenecería en absoluto al orden significante, sería simplemente una secuencia de sonidos. De modo que si tenemos algo que podemos llamar un significante vacío, deberemos descubrir otra cosa: de qué modo dentro del proceso mismo de la significación, un vacío –que es inherente al acto significante mismo–, puede llegar a ser positivo. Y en ese sentido, el significante vacío es el significante de la vacuidad, no es un significante que carezca de relación con el proceso de significación. (…)

La representación de este momento totalizante sólo es posible si un cierto objeto, si una cierta particularidad asume la representación de una totalidad que es completamente inconmensurable respecto a sí misma. Este tipo de relación –por la cual la particularidad asume una función universal de representación– es exactamente lo que yo llamo la relación hegemónica. Hay hegemonía siempre que se da esta negociación –en última instancia imposible– entre lo particular y lo universal. Para darles un ejemplo concreto, en el caso de "Solidaridad" en Polonia, las demandas de los obreros de Gdansk eran al principio demandas particulares de un grupo de personas en una cierta localidad. Pero al darse esas demandas dentro de un clima general represivo –en el que todas las otras demandas eran negadas– esas demandas particulares asumieron una representación simbólica de carácter más general. Y en eso es en lo que consiste exactamente el proceso hegemónico (Alemán & Laclau, 2003)

Es importante, pues,  traer  desde ahora la diferencia esencia, entre significantes vacíos y significantes flotantes. Como aclara el propio Laclau:

Y, por las razones antes mencionadas,  cuanto más extendida la cadena tanto más ese nombrar habrá de prevalecer sobre las referencias particularísticas de los eslabones individuales. Es por esta razón que hemos hablado de destrucción del sentido a través de su misma proliferación. Esto hace posible entender la relación precisa entre significantes "vacíos" y "flotantes": dos términos que han tenido una circulación considerable en la literatura semiótica y postestructuralista contemporánea. En el caso del significante flotante, tendríamos aparentemente un exceso de sentido, mientras que el significante vacío sería, por el contrario, un significante sin significado. Pero si analizamos el problema con más atención, veremos que el carácter flotante de un significante es la única forma fenoménica de su vacuidad. Un significante como “democracia” es, ciertamente, flotante; su sentido será diferente en los discursos liberales, radicales antifascistas o conservadores anticomunistas (Emesto Laclau, 2014: 31)

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