miércoles, 13 de julio de 2016

Ahora te veo Eurídice, 9

EN EL HUECO UMBRÍO

El Ermitaño (Tarot de Marsella)
Nunca hasta ahora había alojado,
en el hueco umbrío
de mi existencia a medias,
un amor privado
de toda imagen y disuelto
en mi parco tiempo concedido,
como un grito habita el viento
que lo ignora y lo contiene.


Tal vez seas un milagro,
como éste de los versos,
acontecido en el exilio
más extraño de este mundo,
y más íntimo,
que es esta concavidad
de la sombra en que consisto,
un milagro desertor de toda escena.


Llevo toda la vida preparándome
para este destino que no entiendo,
desamparado sin paz de toda idea,
como una luz que devolviera

un eco nebuloso a las tinieblas
de un cosmos inmenso sin volumen,
donde la luz llorara su radiante llanto,
incapaz de bañar de belleza ningún cuerpo.

Hombre mirando el mar de niebla, K. D. Friedrich, 1818

Peregrino (¿cruel, feliz,
banal, imperativo?)
es el destino solitario
del hombre, siempre
esperando algún milagro,
porque los milagros del hombre
no son los de dios
y carecen de testigos,
no son ningún mensaje
y sólo se los puede mirar directamente,
sólo con un mirar que sabe
y abdica de sus ojos
sin compás, como un delirio
que habitara más allá
del reino de la dicha
del que la alegría no es
más que un torpe disfraz,
como es azul el firmamento
de las aguas, y es azul
el palacio de los dioses
que un tahúr ganó en un sueño
al creador sin rostro que había
destruido con espanto los espejos.

Jacopo Bassano. San Jerónimo. 1556.

Hoy que ya no quiero
ponerle a mi misión,
en esta frontera del mundo
y del sentido que es mi vida,
un rostro de mujer,
tal vez hoy vengas.
Tal vez, hoy sepas al fin
que los días de gloria
no tengo por costumbre recibir.
Entra sin llamar, en ese hueco
sin dintel tienes la puerta.

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