viernes, 8 de mayo de 2015

(Lacan ◊ : ? Laclau), 1

     Introducción a esta serie.

    Comienzo con este texto, lo que pretendo que sea una serie de exploraciones sobre el uso de Lacan por la política emancipatoria. No voy a extenderme en esta introducción, porque no tengo ni idea de a dónde me llevará esta deriva, por lo que sólo voy a apuntar una serie de hipótesis que presumo a día de hoy que pueden ser el hilo conductor de estas entradas.


    1. La defensa del Populismo puede derivarse de los planteamientos de Hegemonía y Estrategia Socialista pero en ningún caso se deducen de ellos como una necesidad lógica.
    2. Veo muy difícil la conciliación de ciertos supuestos del populismo con el psicoanálisis. Por supuesto, estoy a la espera -con ansia incluso- del poder leer el libro de Nora Merlin Populismo y psicoanálisis, todavía en prensa, que estoy perfectamente abierto a que reconduzca mis objeciones.
    3. Carl Schmitt es absolutamente incompatible con Lacan y con Freud. Al menos, yo no atisbo de momento la manera. Esta incompatibilidad es para mí cada vez una convicción más profunda.
    4. El análisis "hegemónico" del discurso ha hecho olvidar la propia noción de Discurso en Lacan (y en la semiótica, y en Foucault, y en Derrida, y en Kristeva, y en Bajtin, y en Barthes...) Cierto que de vez en cuando se habla de la construcción hegemónica y se dice que allá al fondo está el Discurso del Capitalista, pero se ha privado a al matema de su enorme precisión descriptiva, teniendo en cuenta que la matemización lacaniana tuvo siempre un propósito heurístico y lógico, no algorítmico o predictivo. Es decir, político y no táctico. Es un álgebra no ecuacional, no despeja la incógnita sino que le da su justo papel de causa del discurso.
    5. No veo a nadie (sigo esperando a Nora) que haya hecho el trabajo de tender puentes teóricos entre el último Lacan (el de lo real,  el del parlêtre, el del anudamiento de los tres órdenes como constitución de "lo que habla") con el hegemonismo teórico. Ello lleva a una teorización del uso de las pasiones y las emociones en la política que no las distingue de las pulsiones. Me parece un riesgo innecesario. 

    Les dejo, pues, con la primera de estas entregas... 


     (Lacan ◊ : ? Laclau), 1

    “Por el contrario, el presente escenario político mundial, en especial desde el comienzo de la crisis económica en 2008, nos muestra el avance de formas de protesta social que escapan a toda obvia domesticación institucional (movimientos como el de los Indignados en España y otras movilizaciones similares en Europa; el movimiento Occupy Wall Street en Estados Unidos; los piqueteros en Argentina; las diferentes formas de nueva protesta social en Medio Oriente y en África del Norte, etc.). Estas movilizaciones tienden a operar de un modo que rebase las capacidades de canalización de los marcos institucionales existentes. Esta es la dimensión horizontal de «autonomía": y ella corresponde exactamente a lo que en nuestros trabajos hemos denominado "lógicas de equivalencia'. Pero nuestra segunda tesis es que la dimensión horizontal de la autonomía sería incapaz, si es librada a sí misma, de lograr un cambio histórico de largo plazo, a menos que sea complementada por la dimensión vertical de la «hegemonía», es decir, por una radical transformacfón del Estado. La autonomía, librada a sí misma, conduce, más tarde o más temprano, al agotamiento y la dispersión de los movimientos de protesta”  (Ernesto Laclau, Los fundamentos retóricos de la sociead)

    El problema es la hipostatización ontológica de la hegemonía, en base al interés y la conveniencia  calculable. Se supone que alguien "sabe" lo que la multitud quiere y está capacitado para revertir esto en una fase instituyente vertical y hegemónica que le proporcione lo que le conviene, convirtiéndolo en Demanda y traduciéndolo a un programa del que él se erige en representante y gestor exclusivo. Esto es un error grave. Porque implica no cuestionar en ningún momento la capacidad modelizadora de esos lenguajes y degradar todo el componente subversivo de la fase equivalencial en cuanto liberadora de la autonomía. De facto, implica reducir el momento histérico de la multitud al Discurso Universitario y después al Discurso del Amo. De la impronta lacaniana, del Discurso del Analista, aquí no queda ya nada. Lo interesante sería confrontar a esa multitud "virtuosa", desorganizada y vocinglera con su propio enigma y dar así paso a un momento de invención, de construcción de lo inédito. Y no es ninguna estupidez, en el sentido de que la mayoría de la gente en España entendió eso cuando comenzaron a apoyar a Pablo Iglesias. Es decir, que podrían utilizarlo (eso vendía él: ¡usadme!) como representante de su propia inteligencia colectiva. Como portavoz, literalmente, y no como usurpador de una voz en el papel de "sujeto supuesto al saber". Y lo que ha hecho Pablo Iglesias -supuestamente, según han intentado legitimarlo algunos, basándose en Lacan-, es una operación IPA: literalmente psico-adaptativa, cognitivo-conductual, y en absoluto lacaniana. Cada vez que lo voy leyendo tengo más la impresión de que no tanto Laclau como los laclauistas, y sobre todo Mouffe, han hecho una lectura psicologista y banal de Freud, como tantas. Por eso, el uso de las pasiones y las emociones, etc. Me suena de los más cognitivista, tipo inteligencia emocional, auotestima (de la que el empoderamieno ha acabado siendo una subespecie). De ahí, que me cueste mucho entender el apoyo de algunos psicoanalistas a este tipo de tesis.

    Si uno ve vídeos de años anteriores de Pablo Iglesias, denostando a la izquierda y sus lenguajes, entiende rápidamente el proceso. Yo ya me di cuenta, antes de meterme más a fondo, sólo viendo sus usos comunicativos. Si luego me enganchó Podemos, es porque coincidí en la calle con gente de extracción social muy diferente que estaban empeñados en construir un común y no regalarle prebendas al líder y al grupo promotor. La gente entró en Podemos y mucha gente confió en Podemos creyendo que iban a poder pensar por fin su vida. No que le iban a regalar esa opción a otro grupo de expertos que iban a hacer un uso torticero de esa posición de "sujeto supuesto al saber". Es decir, que iban a poder constituir su deseo como enigma, que es el germen de todo saber subversivo, emancipatorio, revolucionario en el sentido de nobleza radical de esta palabra. Copio una cita de Lacan, que lo deja bastante claro:

    "Rendí homenaje a Marx como inventor del síntoma. Sin embargo, este Marx es el restaurador del orden, por el solo hecho de que reinsufló en el proletariado la dimensión/la dicha-mansión [dit-mension] del sentido. Bastó con que, al proletariado, lo llamara así"

    Cuanto más leo a Laclau más pienso que tuvo intuiciones magníficas y esclarecedoras. Pero que a sus acólitos les pasa como a tantos que tocan con su pensamiento lo real: que les falta coraje para construirlo como un enigma y se deciden por el sentido y por el orden. Son dos formas de tratar lo real por lo simbólico. Pero de consecuencias diametralmente opuestas. La gente no es tonta. No del todo, al menos. Al menos, no toda la gente. En buena medida, el desengaño de una gran parte de las bases y del electorado con el proyecto de Podemos viene de aquí. Lo expresen en el lenguaje que lo expresen. Pero eso ya sería materia para otro momento del pensamiento.

    Copio ahora la continuación de la cita, por si algún laclau-hegemo-populista, de tantos que hay pululando la lee. Porque me parece que algunos se detuvieron en la anterior. No había más que seguir leyendo:
    “Pero la hegemonía, si no es acompañada de una acción de masas al nivel de la sociedad civil, conduce a una burocratización y a una fácil colonización por parte del poder corporativo de las fuerzas del statu quo. Avanzar paralelamente en las direcciones de la autonomía y de la hegemonía es el verdadero desafío para aquellos que luchan por un futuro democrático que dé un real significado al -con frecuencia advocado- "socialismo del siglo xxi"".

    Vistalegre fue una decisión de no seguir leyendo. Por eso la maniobra comenzó pidiendo silencio, coagulando, con las emociones y las pasiones, el pensamiento.

    Cierro con una cita de Ricardo Piglia (Respiración Artificial), de la que algunos debieran, creo yo, tomar nota, incluyendo el pesar por la, a mi juicio, injusticia con Heidegger, que cometió un indudable errror, pero luego volvió a su asiento y siguió pensando.

    “Entonces el cabo austríaco y el filósofo de Friburgo (con el Ser habitando la casa de al lado, según decía Astrada) no son otra cosa que los descendientes directos y legítimos de ese filósofo francés que se fue a Holanda y se sentó ante el fuego de la chimenea para fundar las certezas de la razón moderna. Un filósofo sentado frente al hogar, dijo Tardewski, ¿no es ésa la situación básica? (Sócrates en cambio, como usted sabe, me dijo entre paréntesis, se paseaba por las calles y las plazas) ¿No está allí condensada la tragedia del mundo moderno? Es totalmente lógico, dijo, que cuando el filósofo se levanta de su sillón, después de haberse convencido de que es el propietario exclusivo de la verdad más allá de toda duda, lo que hace es tomar uno de esos leños encendidos y dedicarse a incendiar con el fuego de su razón el mundo entero. Sucedió cuatrocientos años después pero era lógico, era una consecuencia inevitable. Si al menos se hubiera mantenido sentado. Pero usted sabe lo difícil que es mantenerse mucho tiempo sentado, dijo Tardewski y se incorporó y empezó a pasearse por el cuarto.”


    A veces, cuánto ganaríamos si algunos con tanta prisa por pasar al acto siguieran sentados.
    Ah, y muchas gracias y enhorabuena a quien haya llegado leyendo hasta aquí, que serán pocos. Alguien me dijo hace unos días tras leer un texto mío, que si “con este lenguaje pretendíamos llegar a las bases, apañados estamos”. Lo que pasa es que yo no pretendo llegar a las bases porque ya me siento en ellas. Esa mezcla liberal-parlamentaria (neoliberal) de la política con la pedagogía me da mucha grima: aquello del político profesional que cuando pierde unas elecciones dice que no ha sabido explicar sus políticas. Suele pasar que la gente las ha entendido sin necesidad de sus explicaciones. Se trata de entender el mundo y de entendernos entre nosotros. No de pretender que se tiene el privilegio de un conocimiento consumado y cometer la petulancia de ir a explicárselo a alguien. Las cosas están muy poco claras. Que sea así, no es bueno ni malo: es real. Lo malo sería que alguien quisiera hacer creer que sí lo están.

     (No dejen de ver este vídeo. Es muy esclarecedor):




    (Por supuesto, no es la primera vez que me intereso por estos temas, así que si a alguien le parece sugerente mi planteamiento, también puede ir a esta otra entrada... "¿Qué psicoanálisis para el populismo?")

5 comentarios:

  1. Respuesta que Nora Merlin me envía por correo y me autoriza a publicar aquí. Muchas gracias, mucho afecto.

    Hola José, te voy a convencer!!!! jaja. Es más, estoy segura que el populismo es un concepto que Lacalu le aporta al psicoanálisis en relación a la cultura. El fundamento moral como base de la civlización, fracasa (dicho por Freud mismo) Hay que buscar otra solución para la cultura. La lógica populista está fundamentada en una voluntad popular. Laclau no desarrolló una teoría del afecto, solo dijo que el afecto está en la base de las relaciones sociales y se dedicó a la demanda en su cara retótrica (la satisfacción de la demanda está a la espera, y en eso estoy para mi próximo libro)
    La seguimos,
    beso

    ResponderEliminar
  2. (#1)

    Amigo José Antonio, reviso, reformulo, mantengo y amplío lo que te decía ayer por correo (y va a ser en varias entradas, porque he escrito mucho):

    Reitero que me parece que abres un melón interesantísimo, todavía más para mí, que no tengo ni puñetera idea del giro lacaniano más allá de dos o tres vaguedades, y por tanto espero ilustrarme un poco al hilo de lo que vayas escribiendo.

    Por correo me atreví a comentar dos cosicas, pero resulta que van a ser tres, y además voy a cambiar el orden de exposición de las mismas:

    En primer lugar, y aunque este asunto es "menor", me pregunto qué injusticia se ha cometido con Heidegger... Una cosa es plantear, frente a cierto hooliganismo intelectual que exagera más allá de los hechos contrastados su complicidad con el Tercer Reich, y otra cosa es negar la mayor, es decir, su claro conservadurismo y, a la luz de sus "Cuadernos negros", su racismo, que hasta ahora era un punto en el que quedaba, en mi opinión, margen para la presunción de inocencia.

    En cuanto a lo primero (la relación Heidegger-Tercer Reich, pero mutatis mutandis se podría decir lo mismo de Schmitt) sucede que, efectivamente, hay quienes tratan de rebajar la importancia del trabajo de ambos (o de curarse en salud pidiendo disculpas por adelantado por citar a alguien que “no es de la cuerda”) exagerando la importancia de sus lazos con el nazismo, que fue para ambos limitada en duración y en profundidad.

    En cuanto a lo segundo, Heidegger es un tío peligroso porque parece que está haciendo simplemente ontología, pero el cabrón hace, como decía Marcuse en su época marxo-heideggeriana, "filosofía concreta", es decir, política desde la filosofía, disfrazada de filosofía. Supongo que has leído L'ontologie politique de Martin Heidegger, de Bourdieu, que subraya precisamente eso, así que no le doy más vueltas; eso sí, hay un ejemplo que Bourdieu no pone y que a mí me parece el más ilustrativo del "protonazismo" de Heidegger en Ser y tiempo.

    La cuestión surge a cuento del tema del ser-hacia-la-muerte, que es el concepto crucial con el que se cierra la obra. La autenticidad del Da-sein se expresa en la comprensión de que el ser del ser es el tiempo, es "ser-hacia-la-muerte"; esto significa, nos va a decir Heidegger, que el Da-sein auténtico "se abalanza decididamente sobre la muerte" (traduzco a ojímetro desde el inglés y teniendo en cuenta matices del alemán que conozco por bibliografía secundaria), y es esa actitud auténtica la que hay que recuperar. Ahora bien, la expresión alemana "in den Tod Vorlaufen" es precisamente la utilizada por los conservadores alemanes de Entreguerras, futura base social del régimen nazi, para ensalzar el comportamiento patriótico de los jóvenes alemanes que en Langemarck se lanzaban sobre las trincheras del contrario sabiendo que iban a caer ipso facto bajo la potencia de fuego enemiga.

    Es decir, que aunque parece que nos encontramos ante un argumento filosófico general sobre la importancia de sabernos mortales, lo cierto es que Heidegger no filosofa en general, sino para su tiempo y para su país (por eso sedujo a jóvenes tan inteligentes como Arendt, Marcuse o Strauss), y por tanto de lo que está hablando es de la necesidad de retomar la guerra donde se dejó. Es un ejemplo de muchos, pero como se trata de un elemento crucial de su filosofía, me parece especialmente significativo, puestos a resolver la cuestión en un par de párrafos.

    ResponderEliminar
  3. (#2)

    En segundo lugar, yo sí veo margen de cruce entre Freud y Schmitt, incluso si no es mucho. Si el "mito científico" de la horda primitiva presenta alegóricamente el esquema de constitución de la lógica social, es obvio que ahí está en juego más, mucho más, que una relación paterno-filial, que de hecho es lo de menos, porque el padre de la horda tiene muy poco de "función paterna" y mucho de jefe (político) y de enemigo (de los hermanos expulsados que organizan y retornan). El asesinato del padre genera un problema político que se resuelve con la institución jurídica (tabú), y por tanto Freud y Schmitt convergen (gracias a la lectura común de Nietzsche) en el cuestionamiento de la moral y el derecho como productos de la razón pura ahistórica para retratarlos como fruto de conflictos reales. A eso se puede sumar la cuestión de la pulsión de muerte, que desligada de la pulsión de vida es devastadora, pero que ligada es crucial para el desarrollo del psiquismo (aunque sea sólo por vía del masoquismo primario); dada la conexión entre pulsión de muerte y guerra, y entre guerra y enemigo, una percepción de la política que prescinde completamente del conflicto máximo distorsiona la concepción de la realidad social de la misma manera una teoría de las pulsiones que no contemple los deseos de destrucción distorsiona la concepción del psiquismo.

    Desde luego que, a partir de ahí, programáticamente son muy distintos, pero no diría que sus puntos de partida analíticos sean incompatibles.

    ResponderEliminar
  4. (#3)

    Y se me ocurre una tercera glosa, también de corte psicoanalítico, sobre la incompatibilidad entre psicoanálisis y populismo. Doy dos brochazos gordos porque hacerlo bien requiere escribir un texto largo que espero poder preparar algún día...

    Primero, una nota sobre el populismo, que igual es una obviedad pero me parece importante partir de ella: el populismo no es una ideología, sino una técnica de gobierno; eso nos coloca en el ámbito de la autonomía reducida de los medios en relación con la pluralidad de los fines, porque el populismo es una forma de gobierno asociada a la gestión de poblaciones en momentos de crisis por la vía de la constitución de una masa artificial (es decir, sobre el modelo del ejército o de la Iglesia); en ese sentido, creo que hay razones para afirmar que el populismo tiene un recorrido extraordinariamente limitado como medio para la revolución (lo cual no significa que no pueda o deba ser un componente de la revolución).

    Segundo, una nota sobre Psicología de las masas, que entiendo que es el texto a partir del cual se puede hablar de populismo en términos psicoanalíticos. Para mí es un texto profundamente problemático para trabajar desde él políticamente y en un sentido revolucionario porque Freud distingue las masas espontáneas de las artificiales y después no hace ni puto caso a las espontáneas. Las masas artificiales per se son como el populismo, es decir, una técnica de gobierno de autonomía reducida porque, aunque sirve para fines diversos, no podemos ponerla al servicio de cualquier fin; por tanto, dudo que una masa artifical per se, igual que el populismo per se, sea por sí sola el medio adecuado al fin perseguido (la revolución). El problema es que Freud no desarrolla nada sobre las masas espontáneas, y Le Bon no puede decir nada bueno al respecto de ellas. El primero que se encuentra con este problema es, hasta donde me consta, Elías Canetti, y él escribe Masa y poder donde da una solución de lo más sugerente a este asunto: él, que ha visto cómo el fascismo se servía de las masas artificiales, llega a la conclusión de que el único contrapeso a las masas artificiales que generamos de forma casi instintiva son las masas espontáneas. Explicar con detalle por qué creo que es eso lo que dice Canetti me llevaría mucho más tiempo, pero creo que es un camino para empezar a pensar.

    A mí también me interesará ver qué plantea Nora Merlin al respecto, pero de entrada diría que, efectivamente el psicoanálisis puede decir mucho sobre el populismo, bien para reforzarlo (lo cual no va a ser necesariamente bueno), bien para mostrar sus límites (y los límites del propio material psicoanalítico disponible).

    Perdona la chapa, pero son las dos reflexiones que me ha sugerido tu Lacan ◊ : ? Laclau

    Un abrazo

    ResponderEliminar