Hace unos meses tuve una
serie de conversaciones, que acabaron quedando en nada, sobre la posibilidad incorporarme
como articulista a un nuevo medio de cuyo marchamo progresista y
autogestionario no cabía duda. Si aquello que yo proponía hubiera despertado
finalmente interés, mi columnita, que hubiera versado sobre asuntos relativos a
la comunicación política y la cultura visual se hubiera titulado “La suficiencia de lo obvio”. Se
lo cuento a mis alumnos y me lo aplico en mi trabajo: la información excesiva,
el alud de datos, la compulsión estadística como sucedáneo de la universalidad
son siempre enemigas del saber y del conocimiento. Indagar la oculta trama de
los hechos de una manera obsesiva puede desembocar en la más absoluta oscuridad.
La información, la avalancha de los big
data, sin una jerarquización semántica, sin más que un mar hipertextual
chato y amorfo, lleva a la confusión y a la parálisis y es campo abonado para
la manipulación. A cualquier dato siempre puede oponérsele uno en sentido
contrario según interese a cada actor económico o político y cada sujeto, casi
cada ciudadano, se encuentra atrapado en su maraña de redes identitarias e
ideológicas sin poder designar nunca su lugar, sin ganar una exterioridad desde
la que la razón -y también el deseo ¿por qué no?- le puedan proveer de un
afuera en el que el aire se torne respirable. Es decir, que los datos son el
principal enemigo de la hermenéutica, siendo que la interpretación del mundo,
entender qué, cómo y por qué pasa lo que pasa, es una obligación moral, porque es
un requisito imprescindible interpretar la realidad para poder transformarla. Es un trabajo sin fin,
porque no habrá nunca un cierre categorial que nos dé la clave del mundo en
tanto que tampoco hay una para determinar de una vez por todas el lugar desde donde lo interpretamos.
Partimos, pues, de algunos axiomas. Primero, que todo fenómeno es interpretable, que
todo lo que se ofrece a nuestra percepción implica una correlación simbólica. Y,
segundo, que ésta es autosuficiente, porque toda la estructura del poder deja
sus huellas en los mensajes que emite, porque su secreto deja sus reliquias en el
campo, nunca santo, de la mirada. Diciendo que lo obvio es suficiente, no
queremos implicar una insulsa transparencia. Antes al contrario, lo que
pretendemos es decir que navegar en el espesor sígnico de lo que tenemos ante
los ojos, de lo que nos llega del mundo en su obstinada opacidad de simulacro es
lo único que necesitamos para intentar entender las
estrategias de los actores que lo tejen. Yo lo llamo algo así como materialismo
kantiano. Es porque tengo menos interés en ser coherente que en ser lógico.
(Por cierto, todo esto es
influencia de la semiótica, la teoría textual, el análisis del discurso, etc.,
sí. Pero tal vez lo es ante todo del psicoanálisis. Qué le pueda ocurrir a un
psicoanalista que, aún sabiendo que en la palabra de un analizante no está todo,
no esté avisado de que no hay nada más, lo explicó hace muchos años David Mamet en House of games)
El roto:
Agradezco tu invitación a tu blog.... y de ninguna manera me aburre o duerme... todo lo contrario... Introducir el tema de "la mirada" y su anudamiento a la lengua... y a lo Real... no lo deja a uno apacible... Menos cuando hacés referencia a su relación con "el deseo" y el lugar que va a ocupar el Sujeto en relación al mismo.
ResponderEliminarLa "realidad" como construcción por parte del Sujeto... es en ese sentido que el Sujeto queda implicado en su "interpretación"... bueno... me quedo aquí... No digo más.... aunque hay para mucho más... Es que fuiste hilando significantes que son "conceptos"... Por cierto, vaya tu capacidad de condensar en un parrafo de 140 palabras ideas provenientes de la cultura visual, de la semiótica y del psicoanálisis.
Sí ha llegado, Alicia. Muchas gracias. Lo que no capto es qué quieres decir (What do you mean?) con "Menos cuando hacés referencia a su relación con "el deseo" y el lugar que va a ocupar el Sujeto en relación al mismo."
ResponderEliminarWhat does it shape the gaze? Escribiéndolo en inglés me da la impresión que da más lugar al equívoco…. De esa forma me puede ayudar mejor a bordear tu pregunta… y no es simple hacerlo por escrito. Lo que dije fue lo que tus mismas palabras me sugirieron… es aquello que pude asociar con cierta espontaneidad… y que se me presenta de manera “clara y distinta¨….. sin que ello implique una manera última de entenderlo.
ResponderEliminarEntonces, a qué me refiero con "el deseo" y el lugar que va a ocupar el Sujeto en relación al mismo."
El concepto de “deseo” y el de “sujeto” tienen una relación structural, me refiero que la idea de Sujeto para el psicoanálisis es en tanto que el sujeto parlante es fundamentalmente un ser deseante. Como diría David Campany (my personal tutor in photography) .. “El deseo es aquello que hace que nos levantemos de la cama todos los días…. O no.”
Cuando digo “la relación que el Sujeto tiene con su deseo… y el lugar que va a ocupar en relación al mismo (al deseo)”… me refiero a la “relación de saber” que un Sujeto extrae respecto a su deseo. Eso es lo que determinará que el Sujeto se posicione de una u otra manera. Es decir, su manera de “ver” la realidad… o major dicho, la manera en que dará cuenta de la realidad will be shaped by su deseo (incc) y el saber que pueda obtener del mismo (del deseo).
Bueno, Alicia. Yo de acuerdo, básicamente, pero cómo te devuelva tu mirada tu propio deseo es algo de lo más problemático. Mira el último post que he puesto respecto a algo que está pasando hoy mismo en España.... ¿Dónde está la realidad?...
Eliminar