A veces, uno se alegra de que aquél a quien va a votar para
presidente del gobierno de España sea un político profesional. Sí, de verdad.
Porque así sabe que no va a decir nunca lo que piensa, sino que va a pensar con
cautela y recelo lo que dice. Qué curiosas son las palabras, porque el mismo
verbo pensar la primera vez que
aparece en la frase anterior es sinónimo de interpretar y hasta incluso de
creer, o de crear, de imaginar. Sin embargo, en la segunda, lo es de calcular,
amagar, o persuadir; puede que hasta incluso de engañar .
Es muy tranquilizador, porque si uno lee este tuit de Pablo
Iglesias como un diagnóstico del Brexit
Día triste para Europa. Debemos cambiar de rumbo. De una Europa justa y solidaria nadie querría irse. Tenemos que cambiar Europa— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) 24 de junio de 2016
puede uno llegar a pensar que su candidato es tonto. Por
fortuna, no es así: Pablo Iglesias Turrión es un hombre inteligente y jamás
diría esta estupidez porque se la crea, la dice porque cree que nos la vamos a
creer sus votantes, es decir, no porque él sea tonto sino porque está
convencido de que los tontos somos nosotros. No está, pues, interpretando
(pensando) la realidad, sino que nos está comunicando
un imaginario, una “ilusión” para empoderarnos. En ese campo único de enunciación de la política
tardo-moderna neoliberal, que es el campo comunicativo, es donde se puede
inscribir este descabellado Tuit. Muy tranquilizador oigan, no me lo negarán.
PIT es un político homologado, no un radical enloquecido. España estará en muy
buenas manos si a él le toca gobernar.
En fin, este tuit no es más que otra tontería dicha por un
político en campaña. Porque no admite la más mínima confrontación con la realidad. Todos
sabemos que los británicos que han votado sí a la salida del Reino Unido no lo han hecho
porque Europa sea poco justa y solidaria, sino por todo lo contrario, porque
para ellos la solidaridad y la justicia
europea son excesivas y van contra sus pequeños intereses personales y
patrióticos.
Cuando Marx y Engels teorizaron que la reconciliación social
final, la síntesis última en la que se disolvería la Historia concebida como
lucha de clases, en una sociedad comunista, sería traída por un socialismo
constituido como una dictadura del proletariado, no podían aún imaginar cómo ese
loco sistema que caminaba hacia su consunción a marchas forzadas violentando
toda lógica y todo sentido común, tendría una infinidad de recursos
ideológico-políticos para conseguir perpetuarse. En efecto, para los padres del socialismo “científico”,
el proletariado era la única clase, que al estar sin duda en el último peldaño
de la escala social, al no tener clase subalterna alguna a la que sojuzgar,
disolvería, al conquistar el Estado y absorber al resto de clases sociales, la lucha de clases como motor de la Historia y
constituiría la igualdad perfecta y acabada del comunismo.
Pero, ay, el capitalista inventó un antídoto brutal contra
esta falta de privilegios del proletariado: el fascismo. Se trataba de
construirle a la clase obrera un enemigo al que
pudiera temer y despreciar a la vez, más que a sus explotadores. Fue fácil: una raza que pudiera
considerar inferior, naciones a las que pudiera reprochar robarle sus derechos,
extranjeros que venían a invadir su territorio. El ardid es viejo pero
totalmente vigente. Los británicos han votado contra los privilegios que, según
ellos, otorga la UE a los extranjeros e inmigrantes que les roban los servicios
públicos y el trabajo. Ninguna emoción noble, ninguna inclinación a la dignidad
en los defensores del Brexit. Hablan, sí, de la libertad de la nación. Como han
hecho siempre todos los fascismos. Una, grande y libre, se decía por aquí no
hace tanto.
¿Por qué he enunciado en el título que el Brexit, pese a
todos lo meapilismos hegemonistas, era una gran lección para los populistas
europeos? Pues porque cada vez podemos tener más claro que si el populismo no
se coordina con otras concepciones de la izquierda y del progreso, en Europa,
va a servirle siempre de coartada a la derecha. Y el populismo de derechas se
llama fascismo. Lo vemos el Reino Unido, en Francia, en Holanda, en Austria y
en las repetidas mayorías relativas del PP en España, contra toda lógica y
evidencia. Los racional-populistas (La Razón Populista, era el título del libro
de Ernesto Laclau que han pretendido convertir en su biblia) no paran de decir
que se deben utilizar los afectos y las pasiones en política, porque son neutros e igual pueden ser
utilizados por la izquierda como hace desde siempre la derecha. Fíjense que no
dicen auspiciar, comprender, compartir… Dicen USAR los afectos. Curiosos estos
populistas que, siendo todo estrategia, todo mente calculante, no son copados
por pasión alguna y en vez de ser dominados por ellas, como nos pasa –por fortuna,
porque una vida sin pasión no merece la pena de ser vivida- al resto de los
mortales, pueden usarlas a discreción para lo que crean más conveniente e inocularlas en un pueblo en el que no creen y tratan como simple tele-electorado, con auténticas técnicas de inception.
Miren, en Latinoamérica durante 20 años pareció que la
opción populista era un buen camino para articular a ingentes masas
trabajadoras e indígenas, sin ninguna conciencia popular, tras décadas de sangrientas
dictaduras militares. Digo pareció, porque viendo los procesos actuales en
Argentina, Venezuela o Brasil alguna duda no me negarán que acecha. Pero en
Europa, en esa Europa eurocéntrica, plagada de clase media atemorizada por la
inmigración y con una tentación xenófoba evidente, hablar de que hay que
reactivar el Estado Nación, como hace Chantal Mouffe con toda tranquilidad, me
parece cuanto menos peligroso. Seguro que sale algún peronista diciendo que lo
mío es una mirada neocolonial, biempensante y racionalista. Algo tienen que
decir, porque a diferencia de venezolanos, ecuatorianos, bolivianos o nicaragüenses, los populistas argentinos necesitan del reconocimiento europeo como del aire que respiran y cualquier reserva a sus planteamientos les parece una ofensa intolerable. Pero cuando digo que las opciones populistas no son implementables en
Europa como en una Latinoamérica que es fuente y no receptora de emigración, no
estoy poniendo al viejo continente por encima del nuevo. Si me apuran, todo lo
contrario.
Europa, la vieja Europa, no necesita reinventarse a base de
un populismo que revitalice los Estados Nación como instrumento de emancipación. Lo que necesitamos es una multitud activa pensándose
a sí misma desde sus tradiciones culturales y nacionales y reinventando el sentido común, no líderes
que comuniquen muy bien y nos empoderen y nos reconstruyan la autoestima. Cada vez que uno habla de izquierda,
los neopopulistas saltan pensando que hay una intención de inmanencia
ontológica en esta aserción. Ninguna intención más lejana de ésta que la mía. Por eso, he hablado de derecha e izquierda no como una esencia, sino como
comunidades de goce, esto es, como un síntoma que envuelve un duro núcleo real,
pero que la política debería disolver, no ignorar con un algoritmo construido a
base de vacíos significantes alternativos.
Yo no voy a votar a Podemos el día 26, que quede claro. Yo,
como una inmensa cantidad de españoles –ojalá, mayoría- voy a votar a la
izquierda. Anda que no les tiene que molestar con todo lo que han hecho contra ella estos dos años. Y la izquierda en mi caso se llama #alavalenciana y en el resto del
Estado de formas diversas, pero mayoritariamente Unidos Podemos. Ya no queda otra
izquierda después de que el Psoe de Susana Díaz, Bono, González y Sánchez
destapara su jugada. Y voy a votar con toda mi voluntad por mucho que deje que desear la opción que votaré. Qué menos que dejar un espacio para el deseo tras el voto que no lo convierta en un acto integrista y totalitario. Me parece idiota (en el sentido etimológico del término) esa actitud del activista hiperíntegro e hiperconcienciado que prefiere no hacer uso de una de las pocas opciones que tiene un sujeto de influir en la vida pública porque no encuentra una candidatura a la altura de su narcisismo moral.
Me dirán que gran mérito el de PIT y el de Podemos de unir a
toda la izquierda. No se lo niego en absoluto. Su concepción de la política tablerista y gamificada –ellos dicen gramsciana- ha conseguido, más por
exclusión que por aglutinación, unir a la izquierda. Y yo que me alegro, porque
lo prioritario es mandar al PP a las catacumbas para que deje de expoliar las
arcas públicas y las privadas. Gracias a las maniobras del señor Iglesias, ya
no tengo que elegir entre una izquierda apoltronada y dogmática (IU), una
opción soberbio-populista (Podemos) y otra opción eco-social-nacionalista
demasiado fragmentada y, posiblemente, light (Compromís). No se puede negar que
con todos los peros, el planteamiento hegemonista de un grupúsculo de
politólogos tremendamente sectarios y ambiciosos nacido en un think tank
(el CEPS) ha conseguido amalgamar la alternativa a la derecha más plausible de
todo el período monárquico-constitucional. Pero de lo que más me alegro es de
que con ello se han diluido como núcleo irradiador populista, que era algo más
que peligroso en esta Europa en crisis.
Saldré a votar, con todo posibilismo, el 26J #alavalenciana,
a Unidos Podemos, porque es lo que hay que hacer. Sin más euforias. Es decir,
de un modo radical y democrático mucho más que populista. Nos jugamos mucho.
Tengamos suerte. Pero una suerte repartida entre una inmensa multitud
responsable de sí misma, no administrada por un núcleo irradiador que presume
de saber jugar (gamificar) con los afectos de la gente. Unidos podemos. Con el
verbo en minúscula porque es el predicado de un sujeto, no algo que pretende
suplantarlo con su sustantivación.
Efectivamente, no es realista no votar porque ningún partido se ajusta a la perfección a las ideas de uno. Es un claro caso de ''todo o nada'', y la vida siempre está llena de grises. Si solo tienes malas opciones pues eliges el mal menor. Ya que en cualquier caso una decisión equivocada siempre es mejor que una no-decisión. Gran post.
ResponderEliminarUn abrazo de tu orgulloso exalumno.
Identifícate, unknown!!! Aunque sea por correo o por facebook!!!
EliminarDone!;)
Eliminarbueno, bueno, lo que dio de sí el tuit de Pablo, casi naaa
ResponderEliminarmuy quemado estás con Podemos, yo también, pero mucho menos que tú
tal vez porque distingo entre los oportunistas/arribistas y el proyecto de conjunto
a ver, me parece exagerado tu análisis de principio a fin, motivos:
- las palabras de Pablo, más allá y más acá de ti y de mí, son excelentes, pues
a mi modo de ver, recogen lo que muchos pensamos o más bien sentimos, tras
la salida de la G. B., menos mal que Escocia ha reaccionado firme y que sepas
que hay escoceses, muchos pidiendo disculpas a muchos de nuestros hijxs allí
- por cierto, por qué no hablas de las próximas consecuencias del TTIP, las que
son mucho más insensatas y neoliberales, mucho más que nada, nos sirven en
bandeja a USA, por ejemplo...
- respecto de Europa, todo ente y este de los gigantes ha de seguir unas fases
pero aquí, no se han seguido, y de aquellos polvos estos lodos, no??????????????
- no sigo, por un lado, porque siempre me caiste bien y, por otro, porque veo
que mezclas cosas hoy trasnochadas, hace mucho que H. Arendt, nos marcó el
camino, un camino de convergencia, que extraiga lo de mejor de todos, no????
en fin, gracias por tus palabras, porque al menos tú tienes el coraje de seguir
manifestando tu opinión y criterio, cosas que muchos otros, no hacen, lo que
dice mucho de este país y de sus ciudadanos, de su falsa democracia y sus,
aún hoy, excluidos, de una Memoria Histórica aún por atender, en fin, considero
finalmente que son tantas las cosas que nos urgen, que UNIDOS PODEMOS!!!!!!!!
no??? :( Roranna Tepuy
Gracias José Antonio, tus textos siempre me hacen pensar. Y también es de agradecer, como alguien más comenta, que tengas y sostengas públicamente una enunciación propia. Un abrazo.
ResponderEliminarOtro abrazo gordo para ti.
EliminarBrillante
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