miércoles, 18 de marzo de 2015

CERVANTES

¿Soy el único al que lo que se está haciendo con los restos de Cervantes le parece un acto de necrofilia intolerable? Veréis, yo me leí de muy pequeñito su biografía en cómic. Una colección de tebeos monográficos que me iba regalando mi padre, donde conocí la vida de muchos Hombres famosos españoles y de todo el mundo, que así se llamaba la colección. Y El Manco de Lepanto entró en mi imaginario infantil como entró Edison, Juan de Austria, Fray Junípero Serra o Livingston. Luego, cuando estudié filología hispánica, llegó mi asombro, mi absoluta admiración por el Siglo de Oro español y más concretamente por la lucidez tenebrosa del Barroco. Ahí entré a admirar hasta la muerte a Quevedo, a Góngora, a Calderón, al autor del Lazarillo. Y a saber apreciar al monstruoso Lope, a los Argensola, a Garcilaso, a Villamediana, a la infinita desconfianza hacia el género humano de Gracián…


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