Consigues que un país con valor económico y/o geoestratégico se convierta
en tu enemigo y consigues que tu opinión pública lo considere
detestable. Para combatirlo, fomentas y financias a un enemigo de tu
enemigo más odioso aún que tu enemigo. Dejas a tu enemigo a merced de su
enemigo, más odioso aún para tu opinión pública, que el Estado al que
combate, es decir, con un nivel prácticamente cero de legitimidad.
Cuando el enemigo de tu enemigo triunfa sobre tu enemigo, declaras que
es execrable y que, al no tener legitimidad ninguna, no hay problema en
actuar directamente sobre él y no fiar la acción a enemigos
interpuestos. Invades el país y te haces con sus riquezas y con su
posición geoestratégica. Y vuelta a empezar.
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